PACIFISMO COMO SIRVIENTE DEL IMPERIALISMO
Extractos de un artículo de la Internacional Comunista, Edición en Ingles.N°5 Nueva Serie, transcrito del Archivo de Internet de Trotsky de JJ Plant. Si bien no está fechado, está claramente escrito en el invierno de 1917
Nunca hubo tanto pacifistas en el mundo como ahora, cuando en todo el mundo los hombres se matan unos a otros. Cada época histórica tiene no solo sus técnicas y su propia forma política, sino también su propia y peculiar hipocresía. En un tiempo los pueblos se destruían entre sí en nombre de la enseñanza cristiana de amor a la humanidad. Ahora no solamente los gobiernos retrógrados hacen llamamientos a Cristo. Las naciones progresistas se cortan entre sí las gargantas en nombre del pacifismo. [El presidente de EEUU] Wilson lleva a Estados Unidos a la guerra en nombre de la Liga de Naciones y la paz perpetua. Kerensky y Tsretelli (líderes del gobierno provisional ruso) llaman a una ofensiva por el bien de una rápida paz. Nuestra época carece de la sátira indignante de un Juvenal. En todo caso incluso las armas potenciales más satíricas se encuentran en peligro de comprobarse ilusorias y sin poder en comparación con el servilismo triunfante de infamia y de estupidez, cuyos dos elementos fueron desencadenados por la guerra.
El pacifismo es del mismo linaje histórico que la democracia. La burguesía hizo un gran intento histórico para ordenar las relaciones humanas en concordancia con la razón, intentando suplantar la tradición ciega y muda por las instituciones del pensamiento crítico. Los gremios con sus restricciones de producción, las instituciones políticas con sus privilegios, el absolutismo monárquico; todo ello fueron reliquias tradicionales de la Edad Media. La democracia burguesa demanda igualdad legal para la libre competencia, y parlamentarismo como manera de gobernar los asuntos públicos. También se solicitaba la regulación de las relaciones nacionales en la misma manera. Pero esto estaba contra la guerra, está contra un método de resolver problemas que es un completo rechazo de la “razón”. Por ello comenzó a aconsejar al pueblo en poesía, en filosofía, en ética y en los métodos de negocio, cosas que les son mucho más útiles que introducir la paz perpetua. Estos son los argumentos lógicos del pacifismo.
El fracaso heredado del pacifismo, si, embargo, era el demonio fundamental que caracteriza a las democracias burguesas. Su crítica toca únicamente la superficie del fenómeno social, pero no tiene el coraje de profundizar en los hechos económicos fundamentales. El realismo capitalista, sin embargo, maneja la idea de una paz eterna basada en la armonía, quizás con un poco menos de piedad que la idea de libertad, igualdad y fraternidad. El capitalismo, que desarrolló la técnica sobre bases racionales, fracasó en regular las condiciones racionalmente. Preparó las armas para la exterminación mutua, que nunca había sucedido en los sueños de los “bárbaros” de los tiempos medievales.
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Teórica y políticamente, el pacifismo tiene los mismos fundamentos que la doctrina de la armonía social entre los intereses de las diferentes clases.
La oposición entre Estados nacionales capitalistas tiene la misma base económica que la lucha de clases. Si estuviéramos listos para asumir la posibilidad de una gradual disminución de la lucha de clases, entonces tenemos que asumir también una moderación gradual y una regulación de los conflictos nacionales.
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El pacifismo inglés y norteamericano, pese a todas las variedades de condiciones sociales y de ideología (a pesar también de la carencia de una ideología como en EEUU) lleva a cabo esencialmente el mismo trabajo: proporcionan una salida para los ‘ciudadanos de la pequeña-burguesía’ temerosos de los eventos que conmocionan el mundo, que al fin y al cabo puede privarlos de los restos de su independencia; arrullan hasta el sueño su vigilancia con nociones inservibles de desarme, de leyes internacionales, de tribunales arbitrales. Entonces, en un momento dado, ellos le dan la mano en cuerpo y alma al imperialismo capitalista que ya ha movilizado todos los medios necesarios para sus objetivos, por ejemplo el conocimiento técnico, el arte, la religión, el pacifismo burgués y el social-patriotismo.
“Estamos contra la guerra, nuestros diputados, nuestros ministros, todo están contra la guerra”, gritaba un pequeño burgués francés: “Por tanto, se deduce, se nos ha impuesto la guerra, y para realizar nuestros ideales pacifistas, nosotros tenemos que lograr que la guerra llegue a un final victorioso”. Y el representante del pacifismo francés, Barón d´Estournel de Constant, consagra su filosofía pacifista con el solemne “jusqu´au bout”, ¡guerra hasta el fin!
Sobre todas las cosas, el Mercado de Valores inglés requiere para una conducta exitosa de la guerra, pacifistas como el liberal Asquith, y el demagogo radical Lloyd George. “Si estos hombres dirigen la guerra”, dice el pueblo inglés,” entonces tenemos la razón de nuestro lado”.
Y así, pacifismo tiene su plaza reservada en el juego y en el mecanismo de la guerra, como la tiene el gas venenoso, y la siempre creciente pila de bonos de guerra.