La Fracción Trotskista sobre Ucrania: la vacilación del centrismo
A diferencia de la mayor parte de la autodenominada izquierda trotskista, la Fracción Trotskista (FT) no ha caracterizado a Rusia como imperialista. En su declaración internacional del 30 de enero de 2022 sobre la actual crisis en Ucrania, la FT distingue a Rusia y Ucrania de los imperialistas estadounidenses y europeos:
“Los imperialismos estadounidense y europeo, junto con sus gobiernos títeres como el de Ucrania, sólo ofrecen un camino reaccionario. El gobierno de Putin y el resto de los gobiernos reaccionarios prorrusos no son una alternativa progresista. Sólo mediante una política de independencia será posible hacer frente al imperialismo, a las políticas reaccionarias de Putin y a los nacionalismos reaccionarios que dividen Ucrania, ya sean las organizaciones nacionalistas neonazis prooccidentales que apoyan al gobierno ucraniano o los nacionalistas prorrusos.”
– Left Voice, 30 de enero de 2022
En una declaración publicada el 23 de febrero, la Fracción Trotskista observa:
“Las raíces del conflicto entre Rusia, Ucrania y la OTAN se remontan al final de la Guerra Fría con el triunfo de Estados Unidos, la disolución de la Unión Soviética y la restauración capitalista. Tras haber retrocedido a niveles históricos en el periodo de Boris Yeltsin, bajo el régimen bonapartista de Putin Rusia resurgió como una potencia que ha heredado el arsenal nuclear de la antigua URSS, aunque no tiene el estatus de ésta y se basa en una economía rentista dependiente del petróleo. Esto confiere a Rusia una proyección geopolítica que supera con creces sus bases materiales y alimenta las ambiciones de Putin de influir en la escena internacional en beneficio del capitalismo ruso.
“Además de promover gobiernos prooccidentales en los límites de Rusia, Estados Unidos ha avanzado en la expansión hacia el Este de la OTAN, que fue incorporando a los países que formaban parte de la esfera de influencia de la Unión Soviética…. La lógica que guía esta acción expansiva de Estados Unidos es el objetivo estratégico de avanzar en una política de semicolonización de Rusia.”
– (énfasis nuestro)
La FT no caracteriza a Rusia como una potencia imperialista y reconoce, correctamente, que el objetivo a largo plazo de la OTAN es reducirla a un estatus semicolonial. Los think-tanks estadounidenses han sugerido que la mejor manera de lograrlo sería troceando el actual Estado ruso en varias unidades más pequeñas y manejables. En su libro de 2014, Duty: Memoirs of a Secretary at War, Robert Gates recordaba cómo Dick Cheney, entonces secretario de Defensa estadounidense, propuso esto en 1991:
“Como Dick es un hombre tan tranquilo y de voz tan baja, creo que mucha gente nunca llegó a apreciar del todo lo conservador que siempre fue…”. Y cuando la Unión Soviética se derrumbaba a finales de 1991, Dick quería ver el desmantelamiento no sólo de la Unión Soviética y del imperio ruso, sino de la propia Rusia, para que nunca más pudiera ser una amenaza para el resto del mundo”.
El objetivo de Cheney era abrir la inmensa riqueza natural de Rusia para que las corporaciones estadounidenses la saquearan, un objetivo que, aunque mucho más difícil de alcanzar hoy que en 1991, sigue siendo el objetivo estratégico de EE.UU. y sus aliados imperialistas.
La actitud leninista hacia los conflictos entre países capitalistas está determinada decisivamente por el hecho de que sean imperialistas, capitalistas dependientes o semicolonias. El IV Congreso de la Comintern, celebrado cuando Lenin y Trotsky aún dirigían la Unión Soviética, describía “la esencia del imperialismo” como la “explotación de los diferentes niveles de desarrollo de las fuerzas productivas en los distintos sectores de la economía mundial, con el fin de extraer superbeneficios monopolistas”. La relación de Rusia con las demás antiguas repúblicas soviéticas no se caracteriza por la extracción de superbeneficios monopolísticos, sino más bien por subvencionar sus importaciones de energía (es decir, aplicando precios significativamente inferiores a los del mercado mundial).
En 2014, la Fracción Trotskista, para su mérito, rechazó explícitamente las afirmaciones infundadas del hegemón global estadounidense de que Rusia estaba comprometida en un proyecto imperialista, una afirmación respaldada por la mayor parte de la izquierda pseudotrotskista en ese momento:
“La política de Putin es un desafío a las potencias imperialistas porque se trata del segundo cambio en las fronteras de Rusia (ya ocurrió anteriormente en 2008 en Georgia con la independencia de Osetia del Sur y Abjasia), pero su intención no es declarar la guerra a las potencias occidentales sino mejorar su posición negociadora. Aunque Rusia ha asumido un papel de potencia regional en los últimos años, está lejos de ser un país imperialista como afirman algunos en la izquierda internacional.
“Desde el colapso de la Unión Soviética en 1991, EEUU ha estado avanzando contra Rusia y su esfera de influencia, utilizando el caos de los primeros años de la restauración capitalista durante el gobierno de Yeltsin y el consiguiente declive económico, político y social de la ex-URSS. Sin embargo, EEUU no fue capaz de convertir a Rusia en un país semicolonial. Con la llegada de Putin al poder se detuvo este curso de colapso, pero sin cambiar fundamentalmente ninguno de los parámetros estructurales de la decadencia rusa. Putin estableció un régimen bonapartista, reforzando la autoridad del Estado, tomando un firme control de los recursos naturales más importantes del país -incluso enfrentándose a algunos de los oligarcas que habían arrebatado los frutos de las privatizaciones-, transformando a Rusia de antigua potencia industrial en país exportador de gas y petróleo -beneficiándose fuertemente de los altos precios de estas materias primas- y reconstruyendo su ejército. Esto ha propiciado el renacimiento de Rusia como potencia regional y su intento de contrarrestar la ofensiva occidental en su esfera de influencia, mediante el lanzamiento de una serie de iniciativas como la Unión Euroasiática de Tarifas y la subvención de los precios del gas. Pero Rusia no se ha convertido categóricamente en una potencia mundial: su economía depende cada vez más del precio del petróleo y del gas en el mercado mundial”.
– Left Voice, 19 de abril de 2014
A diferencia de los países imperialistas que hacen la guerra para mantener o mejorar las condiciones para la generación de “superbeneficios monopolísticos”, la posición de Rusia en 2014, al igual que hoy, es esencialmente defensiva, como reconoce la FT:
“La OTAN ha ido aumentando su despliegue armado en su flanco oriental, habiendo despachado aviones y buques, mientras Rusia acumula tropas a lo largo de la frontera ucraniana. Estados Unidos y las potencias occidentales afirman que Putin prepara una invasión militar de Ucrania. El presidente ruso niega que su objetivo sea la ocupación de su vecino. En cambio, parece ser una demostración de fuerza dirigida a negociar en mejores términos con la administración Biden sobre un conjunto de exigencias consideradas “líneas rojas”: que Ucrania permanezca neutral, que la OTAN detenga su expansión hacia las fronteras de Rusia y que la OTAN retire sus misiles y armas tácticas de los países del antiguo bloque soviético.”
– Left Voice, 30 de enero de 2022, op. cit.
Esto se corresponde con la valoración de la Fracción Trotskista de 2014 de que un objetivo clave de la clase dirigente rusa ha sido evitar verse reducida a la condición de semicolonia. Durante el último año, Estados Unidos, respaldado por su aliado británico, ha ido asumiendo una postura cada vez más agresiva y ha tratado de bloquear la apertura del Nord Stream 2, un gasoducto para enviar gas natural ruso a Alemania sin pasar por territorio ucraniano. Estados Unidos ve en la crisis actual una oportunidad de matar dos pájaros de un tiro: comprometer la débil economía rusa, dependiente de las exportaciones energéticas, y al mismo tiempo hacer descarrilar la perspectiva de integración económica entre Alemania y Rusia. Sin Nord Stream 2, los consumidores alemanes se verán obligados a comprar gas natural licuado más caro a proveedores estadounidenses. Como se ha señalado anteriormente, Left Voice identifica a los agresores imperialistas, pero se niega a defender a sus pretendidas víctimas, aparentemente con el argumento de que “los gobiernos reaccionarios no son una alternativa progresista”.
El gobierno reaccionario y bonapartista de Putin ciertamente “no es una alternativa progresista” al imperialismo. Sin embargo, para los leninistas, el carácter político del régimen gobernante no determina nuestra actitud cuando las potencias imperialistas amenazan a estados capitalistas semicoloniales o dependientes. Como observó célebremente Trotsky
“En Brasil reina ahora un régimen semifascista que todo revolucionario sólo puede ver con odio. Supongamos, sin embargo, que mañana Inglaterra entra en un conflicto militar con Brasil. ¿Os pregunto de qué lado del conflicto estará la clase obrera? En este caso, estaré del lado del Brasil “fascista” contra la Gran Bretaña “democrática”. ¿Por qué? Porque en el conflicto entre ellos no será una cuestión de democracia o fascismo. Si Inglaterra sale victoriosa, pondrá a otro fascista en Río de Janeiro y encadenará doblemente a Brasil. Si, por el contrario, Brasil sale victorioso, dará un gran impulso a la conciencia nacional y democrática del país y conducirá al derrocamiento de la dictadura de Vargas. La derrota de Inglaterra asestará al mismo tiempo un golpe al imperialismo británico y dará un impulso al movimiento revolucionario del proletariado británico. Verdaderamente, hay que tener la cabeza vacía para reducir los antagonismos mundiales y los conflictos militares a la lucha entre fascismo y democracia. Bajo todas las máscaras hay que saber distinguir a los explotadores, a los esclavistas y a los ladrones”.
– León Trotsky, La lucha antiimperialista es la clave de la liberación, septiembre de 1939
La neutralidad de la Fracción Trotskista en la confrontación entre la Rusia no imperialista y Occidente representa la incapacidad para “distinguir entre [los] explotadores, esclavistas y ladrones” de la OTAN y los objetivos de la OTAN. Para esconder su cobardía política tras una coartada al negarse a tomar partido en este conflicto, la FT ataca a un hombre de paja: la afirmación de que el reaccionario régimen capitalista de Putin es una alternativa “favorable” al dominio imperialista:
“Como internacionalistas y socialistas, rechazamos cualquier idea de que el gobierno de Putin pueda ser una alternativa al imperialismo favorable a los trabajadores y las masas pobres. Esa idea, sostenida por diversos sectores populistas y estalinistas en todo el mundo, es un aval a la política reaccionaria de Putin, que sólo defiende sus propios intereses, los de la oligarquía rusa y los gobiernos reaccionarios y represivos.”
– Left Voice, 30 de enero de 2022, op. cit.
El gobierno de Putin, como el régimen semifascista de Brasil en los años 30 que citó Trotsky, no es una alternativa progresista al imperialismo; pero ése no es el criterio que utilizan los auténticos revolucionarios para tomar partido en tales conflictos. Trotsky tomó partido por Haile Selassie contra los ejércitos de Mussolini durante la invasión de Etiopía, no porque considerara que un régimen que practicaba la esclavitud fuera históricamente progresista o “favorable a los trabajadores y las masas pobres”, sino porque era víctima de la agresión imperialista. En 2005, durante la ocupación estadounidense de Irak, la FT fue capaz de diferenciar entre el apoyo militar a un pueblo oprimido que luchaba contra la dominación imperialista y el respaldo político a sus dirigentes reaccionarios:
“Llamamos a los trabajadores, estudiantes, jóvenes, inmigrantes y a todos los que se oponen a la guerra a luchar contra cualquier acoso a la comunidad musulmana en Gran Bretaña, y a redoblar su apoyo al pueblo iraquí en sus esfuerzos por derrotar la ocupación imperialista de su país, por la liberación nacional de las masas palestinas y por la retirada del imperialismo de todo Oriente Medio.”
– Left Voice, 9 de julio de 2005
Las diversas milicias chiítas y sunitas que combaten a las fuerzas de ocupación de EE.UU., el Reino Unido y la OTAN en Irak ciertamente no eran más pro clase obrera que Putin. El hecho de que la FT no se haya puesto del lado del blanco de la agresión imperialista en el Donbass, como hizo en Irak hace una década y media, refleja una capitulación ante el actual bombardeo propagandístico imperialista. Ha cedido a esta presión y se ha unido a los reformistas y centristas apiñados bajo la bandera de “Ni Washington ni Moscú”, declarando:
“Debemos oponernos firmemente al imperialismo de Estados Unidos y de la OTAN, y al gobierno reaccionario de Putin. Fuera las tropas estadounidenses, de la OTAN y rusas de Ucrania”.
– Left Voice, 12 de febrero de 2022
Los revolucionarios serios de la Fracción Trotskista deberían tomarse a pecho el consejo de Trotsky de que el movimiento obrero no puede permanecer neutral en ninguna lucha entre los depredadores imperialistas y sus pretendidas presas.