B. T. #3: Respuesta a Workers Power de Bolshevik Tendency

5 de mayo de 1988

Estimados camaradas: Les agradecemos su extensa critica de nuestra declaración programática “Por el Trotskismo”. Apreciamos también la oportunidad que nos permitió elaborar algunos de las cuestiones programáticas y metodológicas más importantes que separan el centrismo del trotskismo. Desafortunadamente, nos ha llevado más tiempo de lo que habíamos previsto producir una respuesta adecuada a su carta.

Rechazamos vuestra consideración de que nuestra caracterización de Workers Power como centrista sea un ejemplo del “empleo de epítetos como método de polemizar típico de los Espartaquistas”. Observamos que ustedes no tienen dificultad alguna para etiquetar nuestras posiciones como “sectarias”, designación que, como Trotsky observó, puede generalmente ser tomada como un cumplido cuando viene de un centrista.

Durante nuestros debates en Oakland, en el otoño de 1986, quedó claro que teníamos diferencias programáticas fundamentales. En esos tiempos caracterizamos verbalmente vuestra posición como centrista. Sin embargo, nos sorprendió que unos meses más tarde, supimos de su propuesta de incluirnos en un” bloque contra el centrismo”, el cual intentaban lanzar junto con el Grupo Obrero Revolucionario Italiano (GOR) a la entonces proyectada Conferencia internacional proyectada por el Partido Revolucionario de los Trabajadores (WRP).

Según Trotsky:

”Centrismo es el nombre aplicado a aquella política oportunista en esencia y que procura aparecer como revolucionaria en la forma. El oportunismo consiste en la adaptación pasiva a la clase gobernante y al régimen existente, incluyendo, por supuesto, las prebendas estatales. El centrismo comparte completamente el trato del oportunismo, pero adaptándose a sí mismo a los obreros insatisfechos, cubriéndose con comentarios radicales.” (1)

La crítica elaborada en su carta del 2 de abril es un caso de manual del centrismo en nuestros tiempos: un repudio a los principios trotskistas, junto con la evasiva de muchas de las cuestiones centrales en disputa. Sin embargo, fetichizando la táctica del frente único, desde Jomeini hasta Galtieri, borrando la línea de demarcación entre nacionalismo y marxismo, o defendiendo a los restauradores del capitalismo en Polonia, Workers Power es consistente únicamente en su intento de tapar con comentarios radicales su adaptación oportunista a la conciencia burguesa presente entre las masas.

 El Espartaquismo y la Continuidad Revolucionaria

Su “visión global” de nuestra política es que” está basada en el método sectario heredado de la Liga Espartaquista”. Nuestro grupo fue fundado por camaradas provenientes de la Tendencia Espartaquista (T.E.) del estadounidense Partido Socialista de los Trabajadores (PST), como un vínculo importante en la cadena de la continuidad trotskista. La tendencia espartaquista, virtualmente sola entre las organizaciones ostensiblemente trotskistas, analizó de forma correcta  el fenómeno de la Revolución Cubana en ese tiempo. Reconoció que mientras el Movimiento 26 de Julio, de Castro, lideró la destrucción del capitalismo en Cuba, era incapaz de establecer otra cosa que un Estado Obrero deformado en dicha isla.

Como observábamos en nuestro documento “Nosotros nos apoyamos en las posiciones trotskistas defendidas y elaboradas por la revolucionaria Liga Espartaquista” de los años ´60 y ´70. Estamos orgullosos de dicha herencia. La L.E. luchó por la perspectiva revolucionaria en todas las cuestiones internacionales más significativas que existieron en dicho período. Hoy, sin embargo, la Tendencia Internacional Espartaquista (TIE) ya no es una organización revolucionaria, sino un culto delincuente de cinismo político (ver “The Road to Jimstown”, Bulletin of the External Tendency of the iSt nº 4).

Rechazamos vuestro concepto de que la degeneración de la TIE se remonte a las posiciones programáticas fundamentales. Aplicando dicha formula a la degeneración del Partido Bolchevique, se podría llegar a la conclusión común de que “el leninismo condujo al estalinismo”. Seguramente ustedes estarán de acuerdo en que el estrangulamiento burocrático del Partido Comunista de la URSS estaba bastante avanzado cuando Stalin enunció su teoría del “Socialismo En Un Solo País”. Para comprender la degeneración del grupo Espartaquista, es necesario comprender la relación dialéctica entre las posiciones programáticas formales de una organización ostensiblemente leninista y su actual actividad en el mundo, incluyendo las condiciones del régimen interno (que a su vez están condicionadas por un número de factores objetivos). Con el tiempo las dos deben inevitablemente converger, pero esto no significa que haya una correspondencia biunívoca en cada paso del desarrollo (o degeneración) de la organización.

Su aseveración unilateral de que “los regímenes son el producto de políticas definidas, de programas definidos” es un argumento que Roberston y sus compinches sostuvieron durante años. Proclamaban que su brutal, deshonesta y cínica conducta interna solamente podría ser tomada como una evidencia de un mal régimen si, en las páginas de la prensa del grupo, hubiera pruebas de revisionismo en la cuestión rusa, en la cuestión nacional, etc. En el caso del grupo Espartaquista, el culto y la evolución altamente burocratizada de su propio régimen interno es en sí mismo un abandono programático del trotskismo, preparando el camino para otra serie de abandonos programáticos de su propia tradición revolucionaria. Hemos documentado una buena cantidad de las cuestiones revisionistas de mayor calado bajo el  liderazgo de Roberston, desde su defensa socialpatriota de los Marines de los EEUU en Líbano hasta sus encomios a Andropov, el carnicero estalinista de la Revolución Húngara.

La Escision de 1951-1953

Nuestras diferencias sobre la cuestión de la continuidad revolucionaria no solamente incluyen una evaluación de la Tendencia Espartaquista. Ustedes afirman que no hubo una discusión de principios en la ruptura de la Cuarta Internacional en 1951-53. Como hacemos observar en “Por el Trotskismo”, estamos con la lucha de las organizaciones que conformaron el Comité Internacional (CI), aun reconociendo que dicha lucha era “profundamente defectuosa en términos políticos y de ejecución”.

Cada uno de los componentes de lo que luego sería el C.I. mostró impulsos políticos diferentes y ajenos al trotskismo. Los argumentos de Cannon en favor de una internacional de carácter federativo eran completamente erróneos, y la actividad del grupo de Healy en el Partido Laborista no tenía principios y era una variante no muy diferenciada de la propuesta de Pablo para el resto de la Internacional. Los grupos de la C.I. también compartían una temprana desorientación con relación a los casos de Yugoslavia y China.

Sin embargo, a pesar de dichos problemas, la línea básica es que en la lucha de 1951 a 1953 las secciones más importantes de la C.I. se oponían al proyecto de Pablo de disolver a las corrientes trotskistas en el interior del estalinismo y de la socialdemocracia. Para los revolucionarios esto es una cuestión de principios. Las secciones que se constituyeron a sí mismas como el C.I. rechazaron las conclusiones pesimistas que la fracción de Pablo extrajeron del fenómeno de la expansión del estalinismo en la  posguerra: que en la “Nueva Realidad Mundial” el trotskismo no tendría un papel histórico necesario. Las concepciones objetivistas de Pablo, y su concomitante negación del factor subjetivo en la historia, fueron reflejadas en “Where are we going?”, en donde se afirmaba que “el proceso objetivo es el único factor determinante en el análisis final, eliminando a todos los obstáculos de orden subjetivo” (2)

El Partido Socialista de los Trabajadores suscribió erróneamente este y otros documentos producidos durante el liderazgo de Pablo en la Internacional, mientras buscaban evitar las consecuencias prácticas, argumentado una forma de “excepcionalidad americana” y una Internacional de carácter federativo. Esto fue una evidencia de que el filo revolucionario del PST de los EEUU estaba lidiando bajo las tremendas presiones anticomunistas del macartismo. Aun así, cuando se hallaron frente a las exigencias prácticas de la vía  liquidacionista demandada por Pablo en su propio territorio nacional, los trotskistas americanos plantearon la necesidad histórica de un liderazgo trotskista consciente en la lucha por la revolución socialista.

Por el contrario, los Pablistas americanos, liderados por Bert Cochran, llamaron a “tirar a la basura el viejo trotskismo”, y, tras abandonar el PST, rápidamente se disolvieron en un círculo literario socialdemócrata. El PST en los ´50 estaba aislado y acosado, con camaradas de edad, y sin perspectivas de crecimiento significativo en un futuro cercano. Estaba visiblemente girando hacia la derecha. Sin embargo, a pesar de su creciente desorientación política, se asió  a posiciones formalmente ortodoxas en las cuestiones programáticas más importantes. Era por tanto, a diferencia del grupo Cochranista, una organización que poseía la capacidad para su propia regeneración política.

La “Carta Abierta” del PST

Encontramos vuestra actitud hacia la formación del C.I. muy superficial. Vuestra manifestación de que” en todo lo esencial ellos (C.I.) concordaban con el (Pablo)” esta seguido por el comentario facilón de que:” las críticas de las posiciones del S.I. en la huelga general de Francia y en los eventos de Alemania Oriental formulados por el PST en dicha carta abierta de 1953 fueron correctas”. Pero, camaradas, este fue el documento fundacional del C.I. La huelga general francesa y la revuelta de Alemania Oriental fueron los sucesos políticos más críticos en Europa ese año, como el PST correctamente afirmó, mostrando el irreversible revisionismo y el carácter anti-trotskista de la corriente de Pablo.

En la carta de noviembre de 1953, el PST señalaba:

“En junio en Alemania Oriental, los obreros se levantaron contra el gobierno dominado por los estalinistas en una de las demostraciones más grandes de la historia de Alemania. Este fue el primer levantamiento proletario contra el estalinismo desde que usurpó y consolidó su poder en la Unión Soviética. ¿Cómo respondió Pablo a este evento histórico?”

” En vez de clarificar las aspiraciones políticas y revolucionarias de los obreros insurgentes de Alemania Oriental, Pablo encubrió a los sátrapas contrarrevolucionarios estalinistas que movilizaron a las tropas soviéticas para derrotar al levantamiento…”

Una divergencia similar se evidenció en la orientación de las dos tendencias con respecto a la huelga general en Francia.

“En el mes de agosto, en Francia, la huelga general más grandiosa estalló en dicho país. Puesta en movimiento por los propios obreros contra la voluntad de sus propias direcciones, presentó una de los momentos más favorables de la clase obrera para el desarrollo de la verdadera lucha por el poder…”

” La dirección oficial, tanto socialdemócratas como estalinistas, traicionaron dicho movimiento, haciendo todo lo posible para restringir y disolver el peligro al capitalismo francés. En la historia de las  traiciones sería muy dificultoso encontrar una más abominable, teniendo en cuenta la oportunidad en que se presentó.

“¿Cómo respondió la fracción de Pablo a este evento colosal?

…..

” Como los estalinistas, los Pablistas encubrieron su traición. Pero compartieron la traición de los estalinistas.” (3)

Las respuestas de los Pablistas a los levantamientos de Alemania Oriental y a la huelga general de Francia no era accidental. Reflejaba las profundas diferencias políticas sobre la naturaleza del estalinismo y la relevancia del “viejo Trotskismo”, que los Pablistas estaban muy presurosos por “desechar”. Pablo lo dejo en claro en diciembre de 1953 cuando respondió a la “Carta Abierta” del PST.

” Ellos (el grupo de Cannon) se mantienen en el esquema y en la genuina fe” ortodoxa” de la política de 1938… Ellos guardan la misma actitud hacia las organizaciones y movimientos estalinistas, y la Unión Soviética como en 1938…La totalidad de los pronósticos y de las políticas correctas se han puesto al revés, por un curso totalmente diferente de la historia.” (4)

No fue casualidad que en el momento de la ruptura el C.I. estaba en lo correcto contra el S.I., en toda cuestión en disputa. La fracción de Pablo generalizó del fenómeno de la expansión estalinista de postguerra que el Trotskismo no tenía ninguna función histórica. Mientras los Pablistas periódicamente recolocaban el epicentro de la revolución mundial (desde los PC estalinistas de Europa Occidental al FLN de Argelia, el castrista Movimiento 26 de julio, la “Nueva izquierda”, “Nueva Vanguardia de Masas”, la Revolución Islámica de Jomeini, etc.) el impulso fundamentalmente liquidacionista de su metodología objetivista se ha mantenido constante.

El defecto del C.I. fue la apresurada lucha superficial contra esta corriente liquidacionista, y el subsecuente fracaso del intento de reestablecer una organización internacional centralista-democrática trotskista. Pero en política, como en muchos otros campos, es vital tener un sentido de la proporción. A pesar de los defectos, el C.I., al tiempo de la ruptura, sostuvo las propuestas más fundamentales del leninismo – la necesidad de la vanguardia marxista consciente a la cabeza del proletariado, como único sujeto capaz de liderar una transformación socialista exitosa. El PST lo expresó muy bien en su” Carta Abierta”.

” El factor que sostiene a los cuadros en las circunstancias más dificultosas es la ardiente convicción de la corrección teórica de nuestro movimiento, el conocimiento de que ellos son los medios vivientes para avanzar en la misión histórica de la clase obrera, la compresión de que el destino de la humanidad depende de lo que hacen, el firme convencimiento de que en un grado u otro el destino de la humanidad depende de lo que hacen, la firme creencia de que cualesquiera que sean las circunstancias, la principal línea del desarrollo histórico exige la creación de partidos leninistas combativos que resolverán la crisis de la humanidad a través de una victoriosa revolución socialista”.

Los respectivos hechos en Francia y Alemania Oriental en 1953 demostraron en vida la gran distancia política de estas dos corrientes. Esta es la causa de porque, a pesar de nuestras críticas, nosotros consideramos al CI como cuantitativamente superior al SI, y porque creemos firmemente que los auténticos Trotskistas de hoy tienen un lugar en dicha lucha. Francamente, encontramos la idea de que no hubo trotskistas en este planeta durante dos décadas y media – desde 1951 hasta su propia concepción inmaculada del antisoviético” Tercer Campo” en el vientre de Tony Cliff lanzada a mediados de los ´70- muy difícil de ser tomada en serio.

El SLL y la ”Reunificacion” Pablista de 1963.

Encontramos vuestras críticas al documento de la Socialist Labour League (SLL en inglés) llamada “Perspectiva Mundial Para el Socialismo” (un documento fundamental que jugó un rol importante en la cristalización de la Tendencia Revolucionaria en el interior del PST) esencialmente trivial. El SLL, incluso en su mejor período, fue imperfecto y ustedes están en lo correcto al criticar la caracterización de Mao y Tito como centristas. Un error con mayores consecuencias (aunque no ajeno) fue la insistencia de Healy en que Cuba era aún capitalista incluso después de las expropiaciones de 1960. Sin embargo, cuando el PST se estaba moviendo rápidamente hacia la “reunificación” con los pablistas sobre la base de un entusiasmo compartido por Castro, este documento sin ambigüedades reafirmó el rol del factor consciente en la historia, la necesidad de una vanguardia trotskista como sujeto de la revolución proletaria. Esto fue ilustrado en la crítica de la vergonzosa actitud de Mandel de “pata izquierda” para los sindicatos de “izquierda” en la huelga general de Bélgica de 1961:

” A nivel global los eventos belgas enseñan que la necesidad primaria es construir un núcleo revolucionario. Esta tarea no puede eludirse bajo consideración alguna de un éxito inmediato de carácter táctico o ganar la aprobación de los centristas y de otras tendencias. No se puede comenzar si las cuestiones teóricas más importantes no se ponen sobre la mesa para su discusión o si se hacen esfuerzos para conformar combinaciones en las que las cuestiones de principios son colocadas a un lado. No puede comenzar por el apoyo de ‘personalidades’ centristas o el establecimiento de relaciones que suponen concesiones en los principios”.

El hecho de que los autores de dicho documento hayan degenerado en fans de la “Revolución Árabe”, de los estalinistas vietnamitas, de los Guardias Rojos de Mao y finalmente de la Revolución Verde de Gadaffi no niega el rol positivo que jugaron en rearmar al núcleo trotskista para la batalla política en la lucha contra la reunificación revisionista que creó el Secretariado Unificado en 1963. Nosotros estamos en la tradición de la TR y la Liga Espartaquista revolucionaria, y procuramos llevar adelante esta lucha, y haciéndolo jugamos nuestro papel en el reagrupamiento de los revolucionarios que podrán reestablecer una vez más al trotskismo “ortodoxo” como una corriente importante entre la clase obrera internacional.

¿Que Programa Sindical?

Ustedes destacan nuestro llamamiento a la formación de grupos basados en programas dentro de los sindicatos, alegando que esto implícitamente es opuesto a la construcción de “frente únicos en las organizaciones de bases”. Esta consigna suya es un rechazo de la tradición de la Internacional Comunista revolucionaria en el campo sindical. “Por supuesto”, se apresuran a manifestar que “estamos a favor de la construcción de fracciones comunistas, pero no la contraponemos con los frentes únicos”. Si este es efectivamente el caso nos preguntamos por qué afirman que nuestro llamamiento a la formación de grupos fundamentados programáticamente “puede significar obligatoriamente… la exclusión de otras formas organizativas en el interior de los sindicatos.”

El ejemplo hipotético que citan, un “movimiento de base” emergiendo “como resultado de las contradicciones entre los intereses materiales de la base y aquellos de la burocracia” hace poco para clarificar vuestra perspectiva de fracciones comunistas que supuestamente favorecen. Preguntan retóricamente si

¿Ignoramos a esos trabajadores hasta que se conviertan en comunistas o intentamos organizarlos a partir de su primer paso hacia una alternativa a la burocracia reformista? El movimiento de base es el puente entre estos trabajadores y el grupo comunista. Esto es especialmente necesario cuando los comunistas son una pequeña minoría en los sindicatos […] La BT es una organización pequeña. Contentarse con tener grupos comunistas en los sindicatos es condenarse al aislamiento de la gran masa de trabajadores estadounidenses.

No estamos familiarizados con el trabajo en los sindicatos llevados a cabo por Workers Power. Sin embargo, que hablen “frente único de las organizaciones de base” y su afirmación de que no tendríamos que “contentarnos” con fracciones comunistas sugieren que  comparten las nociones más oportunistas de la mayoría de los centristas: por ejemplo, ahora es la hora de construir el más bajo común denominador de las “fracciones de base” con burócratas de izquierda basados en un programa reformista; solamente más tarde será apropiado avanzar a un programa revolucionario. Nosotros rechazamos estas concepciones etapistas.

El puente entre la presente conciencia de las masas y la necesidad objetiva del Estado proletario es el programa de transición. Su complacencia en donar el rol de “puente” a un todavía inexistente “frente único de los movimientos de base”, que aparentemente conciben como un bloque entre varios burócratas de izquierda, es una receta para el liquidacionismo economicista.

Es una propuesta elemental del leninismo que los trabajadores avanzados solo pueden ser ganados para el comunismo a través de la intervención activa de los revolucionarios luchando por un programa marxista. La lucha por la claridad programática distingue a los leninistas de todas las formas de oportunismos y espontaneísmos en los sindicatos, como en cualquier otro terreno. La consolidación de núcleos revolucionarios en los sindicatos es el primer requisito para crear un ala de izquierda en la lucha de clases del proletariado. La Internacional Comunista fue muy claro al respecto. Por ejemplo, las “Tesis sobre Tácticas” adoptada por el Tercer Congreso (1921) expresaba que:

” Por varias razones históricas no hubo un amplio movimiento revolucionario en los EEUU en el periodo previo a la guerra, e incluso ahora los comunistas están todavía en la fase elemental de crear el núcleo partidario y establecer vínculos con la clase obrera” (5)

O podemos observar el punto 9 de las famosas 21 ”Condiciones de Admisión en la Internacional Comunista”:

” Todo partido que desee pertenecer a la Internacional Comunista debe sistemática y persistentemente desarrollar actividades comunistas en el interior de los sindicatos, consejos obreros y laborales, cooperativas de consumidores y otras organizaciones de masas de los trabajadores. Dentro de estas organizaciones es necesario organizar células comunistas con el objetivo de ganar a los sindicatos, etc. para la causa del comunismo a través de un trabajo incesante y persistente. En el trabajo cotidiano las células tienen la obligación de exponer en todos lados la traición de los social-patriotas y las vacilaciones de los “centristas”. Las células Comunistas deben estar completamente subordinadas al partido como un todo” (6).

El frente único es una de las variedades tácticas que las formaciones comunistas pueden usar para expandir su influencia en la lucha política contra la conciencia burguesa del proletariado. Como táctica es necesario que esté subordinadas al imperativo estratégico de crear sectores revolucionarios con conciencia de clase en el interior de los sindicatos. El frente único no es una alternativa a las fracciones clasistas organizadas sobre la base del Programa de Transición, sino un medio por el cual los revolucionarios de tales formaciones pueden expandir su influencia. No tiene por tanto sentido hablar de “contraponer” una cosa a la  otra.

En el documento de Trotsky de 1922 “Sobre el Frente Único” establece la relación de la siguiente manera:

”Participamos en el frente único pero en ningún momento nos disolvemos en él. Funcionamos en un frente único como un destacamento independiente. Es precisamente en el curso de la lucha cuando las amplias masas deben aprender de la experiencia que nosotros luchamos mejor que los otros, que vemos las cosas más claramente que los otros, que somos más audaces y resolutivos. De esta manera, estará más cercana la hora del frente único revolucionario bajo el liderazgo indiscutido de los comunistas.” (7)

¿Cómo pueden los revolucionarios funcionar en frentes únicos como un destacamento independiente si no se han organizado primero y han definido su adhesión a un conjunto particular de ideas (por ejemplo, un programa)? Solamente sobre esta base es posible demostrar la seriedad comunista en las luchas cotidianas, mientras simultáneamente exponen la bancarrota programática de los centristas y reformistas en el frente único.

La Liga Espartaquista llego a la conclusión a principios de los ´70 de que el PST revolucionario de los ´30 careció en su trabajo en los sindicatos de grupos organizativos basados en el Programa de Transición. Estas fracciones no son antagónicas al trabajo de frente único, sino que mas bien es una condición sine qua non. Polemizando contra esta orientación, ustedes citan una instrucción del Comité Internacional en su IVº Congreso a la sección británica en 1922. Citan la observación de Lovosky a la delegación británica:

” En lo que concierne a Gran Bretaña, vemos claramente que sería desastroso que el partido se contentara solamente con organizar las fuerzas solamente dentro del núcleo partidario. El objetivo debe ser crear una oposición mucho más numerosa en el movimiento sindical.”

Pero Lovosky no argumentaba contra la existencia independiente de núcleos del partido, como ustedes sugieren. Las siguientes citas, que ustedes omitieron, hace esto obvio:

”Nuestro objetivo debe ser que nuestros grupos comunistas actúen como punto de cristalización, alrededor del cual se concentran los elementos opositores. El objetivo debe ser crear, ordenar, integrar las fuerzas de oposición, y el  Partido Comunista crecerá concurrentemente con el crecimiento de la oposición.”(8)

El objetivo de la Internacional Comunista era la formación de un movimiento de izquierda en los sindicatos bajo hegemonía comunista. La conferencia fundacional del Movimiento de Minorías Nacionales (NMM) en agosto de 1924 declaró claramente que el objetivo era:

“organizar a las masas obreras de Gran Bretaña para derrocar al capitalismo, la emancipación de los obreros de los opresores y explotadores, y el establecimiento de una Commonwealth Socialista; llevar a cabo una amplia agitación y propaganda por los principios de la lucha de clases revolucionaria… y contra la tendencia presente hacia la paz social y la colaboración de clases…”(9)

¿Al enarbolar un programa encabezado por un llamamiento a un gobierno obrero, era culpable también el NMM, a sus ojos, de “estar en contra del puente organizativo”, que ustedes imaginan necesario para introducir las ideas revolucionarias a los obreros de base?

En los EEUU el primer punto del programa de 1922 del Trade Union Educational League (TUEL), ala de izquierda del Partido Comunista en los sindicatos y análoga a la NMM, llamaban a la “abolición del capitalismo y el establecimiento de una república obrera”.  Otros puntos abogaban por una política de lucha de clases, repudiando el doble sindicalismo, llamaba a apoyar a la Revolución Rusa y a  una acción independiente de los trabajadores. Sobre esta base, el TUEL entró en varios frentes únicos y ofreció apoyo electoral crítico a sindicalistas que apoyaban un programa que rompía en algunas cuestiones cruciales con el sindicalismo empresarial.

Tanto en Gran Bretaña como en  EEUU nuestras tareas practicas hoy, son más bien modestas en comparación con aquellas que desarrollaron los comunistas en los ´20. Lo más que los  militantes sindicales clasistas alineados con una organización de propaganda trotskista puede esperar hoy es mostrarles, por ejemplo, como se ganan victorias. Tácticas como el frente único (o apoyo crítico en las elecciones) deben ser empleadas por una muy pequeña vanguardia para alcanzar una audiencia superior de obreros. Pero en los sindicatos, como en cualquier lado, la organización política de aquellos que concuerdan con el programa comunista es una precondición necesaria para llegar a bloques más amplios.

Las “Tesis sobre las Tácticas de la Internacional Comunista” adoptadas por el IVº Congreso explícitamente repudian los “intentos de la IIº Internacional de absorber a las organizaciones obreras mas alejadas de la izquierda y denominar a esto ‘frente único’”, considerándolo “otro intento de los líderes socialdemócratas de traicionar nuevas masas de trabajadores a la burguesía”. Las Tesis explicaban que:

”La táctica del frente único es simplemente una iniciativa en donde los comunistas proponen unir a todos los obreros pertenecientes a otros partidos y grupos y a todos los  trabajadores independientes en una lucha común para defender los intereses básicos inmediatos de la clase obrera contra la burguesía….

”Es particularmente importante señalar que cuando se utiliza la táctica del frente único se trata de obtener no solo resultados de agitación, sino también organizativos. Toda oportunidad debe aprovecharse para dar pasos firmes organizativamente entre la clase obrera (comités de fábrica, comisiones de supervisión de los obreros de todos los partidos y obreros independientes, comités de acción etc.)” (10)

En este, como en prácticamente en todos los documentos de la Internacional Comunista en los días de Lenin y Trotsky, es clara que la concepción de frente único –ya sea basado en una forma individual o en forma de comité de fábrica o soviets- es la premisa para la existencia de formaciones comunistas independientes. Para atacar nuestra propuesta de “construir fracciones programáticas en los sindicatos” ustedes  deberían mirar hacia otro lado y no a la tradición de la Internacional Comunista revolucionaria.

El Criterio Programatico para el Apoyo Critico

El frente único, en los sindicatos o en cualquier otro lugar, está estrechamente vinculado a la correcta aplicación del criterio de la denominada táctica de apoyo crítico. Ustedes rechazan la idea de que el apoyo crítico para los reformistas tenga algo que ver con “el programa que ellos apoyan” y nos dicen que “tanto Trotsky como Lenin dejaron claro que el propósito de un llamamiento revolucionario a votar por reformistas era que si ellos tienen el apoyo de las masas entonces deben ser puestos a prueba”.

De hecho, así no es como Trotsky enfocó la cuestión del apoyo crítico. El entendía que era necesario tener un cierto punto de conjunción programática con los reformistas para que dicha táctica fuera aplicable. En los ´30 el PST (SWP EEUU) estaba muy identificado con los “progresistas” de Roosevelt en los sindicatos. Trotsky sostuvo que los trotskistas americanos deberían acercarse a los obreros estalinistas. Con el pacto Hitler-Stalin en 1939, el P.C. golpeó la postura “anti-imperialista” y comenzó a sacar propaganda contra el New Deal. Este giro político permitió un llamado a los obreros estalinistas. Aquí es como Trotsky propuso al PST que interviniera:

“Lo que yo propongo es un manifiesto a los obreros estalinistas, que diga de que por cinco años estuvieron con Roosevelt, y que entonces cambiaron. Este cambio va hacia en dirección correcta. ¿Continuarán y desarrollarán ustedes esta política o no? ¿Permitirán que sus direcciones cambien o no? ¿La continuaran y desarrollaran, o no? Si ustedes se mantienen firmes nosotros los apoyaremos. En este manifiesto podemos decir que si acuerdan  un programa con garra para su candidato, entonces lo votaremos” (11)

El Partido Comunista de los EEUU no era un partido de masas en 1939, pero era mucho más grande que el PST, y proclamaban que poseían 100.000 afiliados (12).

Cuando se trata con partidos de masas reformistas como lo es el Partido Laborista Británico el mismo criterio programático es aplicable, pero opera en un nivel diferente que los estalinistas americanos en 1939. La contradicción programática a ser explotada en el Partido Laborista es entre su programa formal burgués (reformistas) y el hecho de su propia existencia, el Partido Laborista representa una versión deformada de la independencia política de la clase obrera. Esta contradicción permite a los revolucionarios considerar de forma crítica el apoyo para dichos “partidos burgueses-obreros”, dependiendo de la coyuntura particular de la lucha de clases en ese momento. Cuando llamamos a votar por los reformistas es para exponer a los falsos laboristas a la prueba real, exponiendo por ejemplo la falsedad de sus pretensiones apoyar los intereses de la clase obrera. De esta manera los revolucionarios avanzan en la lucha por segregar a la base de los dirigentes.

En las elecciones generales en Gran Bretaña de 1974, los Tories llevaron a cabo una campaña abierta de destrucción de los sindicatos, mientras que la dirección laborista se posicionaba como defensores de los obreros. En este caso era claramente necesario llamar a votar por los socialdemócratas advirtiendo a la vez que Callaghan y  Wilson traicionarían, por ejemplo, para apoyar críticamente al partido laborista. Pero cuando un partido de masas de la clase obrera se presenta junto a un partido burgués (como ejemplo, el pacto liberales-laboristas) o realiza ataques salvajes a la clase obrera, como lo hizo el partido laborista en las elecciones generales de 1979, no sirve a ningún propósito útil a los revolucionarios el llamar a votar a los traidores laboristas, a pesar de que un gran número de obreros continúen apoyándolos. En estos casos la táctica correcta sería la de no apoyo condicional, esto es, la condición de llamar a votar a un candidato laborista dependerá de que él o ella rompan definitivamente con la política de traición de clase.

Tacticas Comunistas y Frente Popular

La llamada de Workers Power a un apoyo electoral a los candidatos de un frente popular es paralela a su posición de frente único. Ambas contienen la misma amalgama de amnesia estratégica y fetichismo táctico. En nuestro documento citamos la observación de Trotsky de que:

“La cuestión de las cuestiones en el presente es el Frente Popular. La izquierda centrista procura presentar esta cuestión como una maniobra táctica e inclusive técnica, para así poder traficar sus mercancías a la sombra del Frente Popular” (13)

Una de las ideas centristas que Workers Power se ocupa de fomentar es la noción de que el frente popular es esencialmente lo mismo que el partido obrero- burgués social-demócrata. El camarada Hoskisson está de acuerdo en que un voto por un candidato de un frente popular es un voto para poner en el escaño a un político de una formación burguesa; pero afirma que “incluso si un miembro de un partido obrero reformista forma un gobierno puramente social demócrata, continuarán siendo representantes de una formación burguesa”. Rechazar que hay diferencias fundamentales entre los partidos basados en las organizaciones de la clase obrera y las coaliciones de colaboración de clase de los partidos obreros reformistas con partidos burgueses es una evidente revisión a los principios del trotskismo: la centralidad de la independencia política de la clase obrera. Como es usual en la historia del movimiento marxista, esta especie particular de revisionismo no cayó del cielo. Está diseñada para justificar el voto a los candidatos del frente popular.

En 1936 Max Shachtman, escribiendo para el PST revolucionario, explicó claramente las dinámicas electorales de la colaboración de clase en un ataque a los partidos obreros que firmaron con el Frente Popular español:

”Lo que es inexcusablemente criminal por parte del Partido Socialista, el Partido Comunista, y el partido de Maurin-Nin de ‘Unificación Marxista’ es que no solo escribieron un ‘programa común’ con los desprestigiados partidos burgueses, algo que era ya bastante malo,  y que por tanto hablando políticamente aparecían frente a las masas como un solo partido con la burguesía, sino que el ‘programa común’ fue dictado y escrito por la burguesía , y que en cualquier otro aspecto aquella coalición – bajo el seudónimo de Frente Popular- estaba dominada por la burguesía.

“La burguesía “republicana” estaba tan desprestigiada a los ojos de las masas que requirió de una cubierta de protección. El frente único no fue usado por los partidos obreros, sino que los partidos obreros fueron usados por aquel. No fueron llevados a remolque por los socialistas y comunistas – y fueron como resultado de ello un estorbo…

“No es tanto que los obreros precisan del apoyo de los políticos burgueses, como que los políticos burgueses precisaban urgentemente el apoyo y protección de los trabajadores. Recibieron como resultado de esto la completa subordinación de los partidos obreros a los partidos burgueses en el Frente Popular”. (14)

Cuando un “partido burgués para obreros” aparece ante las masas en un partido único junto a la burguesía, renuncia explícitamente a cualquier alegato y lucha por la independencia política de los obreros. Durante la duración de ese bloque unido, la contradicción latente existente en dicha formación está suprimida. Un voto para el componente “obrero” de un frente popular es votar por “un partido” de la burguesía.

Pero para ustedes la cuestión del apoyo critico consiste simplemente en si los reformistas “tienen apoyo de las masas”. Esta adaptación al atraso presente de “las masas” es la marca del centrismo. En 1935 Trotsky preguntaba:

“¿Cuáles son las tareas de los marxistas, sino las de elevar el factor subjetivo al nivel del objetivo y llevar la conciencia de las masas más cerca de la compresión de la necesidad histórica –en términos simples-, a explicar a las masas sus propios intereses, los cuales todavía no comprenden? (15)

Se quejan que nuestro rechazo a votar por los reformistas en el frente popular es “defectuoso” y “negativo”. Sin embargo, la táctica de Trotsky de “echar a patadas a la burguesía del frente popular” –que Uds. aplauden- es precisamente nuestra posición “negativa”. En España, en 1931, Trotsky abogaba por la táctica bolchevique de romper la coalición reformista con la burguesía y llevarlos a asumir el poder en su propio nombre:

“La vanguardia proletaria está totalmente interesada en empujar a los socialistas españoles a que tomen el poder en sus manos. Para que ello suceda, es necesario romper la coalición. La tarea presente es la lucha para llevar a los ministros de la burguesía fuera de la coalición” (16)

Si los reformistas rompen con el frente popular y como consecuencia destruyen su “partido único”, entonces, y solamente entonces, los revolucionarios pueden considerar la táctica de apoyo crítico. Este es el significado total de la insistencia de Lenin a que los mencheviques y los socialrevolucionarios rompieran con los ministros capitalistas en el gobierno provisional de Kerensky en 1917, como una precondición de cualquier apoyo crítico por parte de los bolcheviques.

Trotsky y el Partido Obrero Belga: ¿”Apoyo Critico” a la Coalicion?

En su carta ustedes sugieren que, al menos en Bélgica, Trotsky fue indiferente a la cuestión de la unidad en coalición:

“Efectivamente, previamente a los eventos en Francia de 1936 Trotsky argumentó en favor del apoyo crítico del partido social-demócrata belga, el POB, en torno a la consigna “POB al poder”, a pesar de que dicho partido declaró su intención de gobernar en una coalición con los monárquicos. El apoyo crítico en esas circunstancias estaba ligado a la consigna de “romper con la burguesía.”

Pareciera que Workers Power adscribe a Trotsky su propia política de apoyo crítico “incondicional” a las direcciones reformistas del proletariado. El MRCI añade la consigna “romper con la burguesía” para  buscar una cobertura izquierda de su propia política de apoyo “crítico” incondicional a los reformistas en el frente popular. Para Trotsky esta relación era al revés; cualquier apoyo al POB era condicional a su ruptura con la burguesía. Ante las consecuencias inmediatas de las huelgas francesas en junio de 1935, escribía:

”El primer paso para una alianza con la pequeña burguesía es la ruptura del bloque con los radicales burgueses en Francia y España, el bloque con los católicos y liberales en Bélgica, etc. Es necesario explicar esta verdad, basada en la experiencia, a todo obrero socialista y comunista. Esta es la tarea central en este momento. La lucha contra el reformismo y el estalinismo es en la presente fase una lucha por encima de todo contra el bloque con la burguesía. ¡Por una unidad honesta de los obreros, contra la unidad deshonesta con los explotadores! ¡Burgueses fuera del Frente Popular! ¡Abajo los ministros capitalistas! (17)

Hemos revisado los comentarios de Trotsky sobre el POB en el período que precedió que precedió a la ola de huelgas de junio de 1936, y no encontramos nada que apoye que haya abogado por un apoyo electoral al POB mientras estaba en la coalición con el partido burgués. Workers Power puede haber obtenido una impresión equivocada de la carta fechada el 9 de enero de 1934, titulada “Revisionismo y Planificación”, en donde Trotsky defendió la consigna de “¡Que el Partido Obrero Belga tome el poder!”. Pero presentar esta consigna no es lo mismo que un llamamiento para votar a los social-demócratas en una coalición. En 1934, el líder del POB Henrik de Man estaba hablando de imponer una “planificación” del mercado. Dada la hegemonía política del POB dentro de la clase obrera, Trotsky dijo: “el resumen de la situación debe sugerir al proletariado pensar en un gobierno socialdemócrata”. Al llamamiento para que el POB tomara el poder, Trotsky era buen conocedor de que la dirección del partido:

”teme el poder fuera de la coalición, en tanto que necesita aliados burgueses que sean capaces de rechazar las demandas de los obreros.

”Sabemos esto, pero también sabemos que no solamente el régimen capitalista como un todo, sino también la maquinaria estatal parlamentaria entró en una etapa de una aguda crisis que lleva en sí misma la posibilidad rápida (relativamente) de cambios de humor de las masas, como también de una rápida sucesión de combinaciones parlamentarias y gubernamentales” (18)

El llamamiento a la toma del poder por el POB fue desarrollado para tomar ventaja de las posibilidades de cambios rápidos en el humor de las masas para poner a las bases social demócratas contra la cuestión de la coalición de su dirección. Es importante recordar que Trotsky presentó esta demanda en una coyuntura histórica particular:

”Para salvarse de la ruina, la social-democracia precisa de un cierto movimiento de los obreros. Debe asustar a la burguesía para hacerla más acogedora. Tiene un miedo ciertamente mortal que aquel movimiento les pase por encima. Pero con la absoluta insignificancia del Comintern, la debilidad de los grupos revolucionarios y la impresión fresca de la experiencia alemana, la socialdemocracia espera un peligro inmediato de la derecha y no de la izquierda. Sin estos prerrequisitos, la consigna “la socialdemocracia al poder” carecerá en general de sentido” (19)

La consigna de “POB al poder” es la postura de “asustar a la burguesía”, idénticamente similar en esencia al llamamiento que los  bolcheviques realizaron a Kerensky, quienes reclamaban representar a los obreros a gobernar sin los ministros capitalistas. Es una demanda para que los reformistas pongan su dinero en donde está su boca. Lejos de ser un llamamiento para votar a un partido a pesar de su coalición con el enemigo de clases, como Workers Power imagina, es un llamamiento designado para romper la alianza con la burguesía.

”Así de Man no desea la lucha revolucionaria del proletariado…tampoco desea y si que teme una lucha real de las masas pequeñas-burguesas…En cambio, de Man procura obtener aliados parlamentarios, demócratas, católicos, parientes consanguíneos de la derecha que le son necesarios como freno contra posibles excesos revolucionarios del proletariado. Debemos saber cómo transmitir y dejar claro este aspecto de la cuestión a los obreros reformistas en los hechos de la experiencia cotidiana. ¡Por una estrecha unión revolucionaria del proletariado con la pequeña burguesía oprimida de la ciudad y del campo, pero contra la coalición del gobierno con representantes políticos y traidores de la pequeña burguesía! (énfasis en el original) (20)

¡La interpretación del camarada Hoskisson del llamamiento de Trotsky de “el POB al poder” como apoyo electoral a los reformistas a pesar (nuestro énfasis, BT) de que el partido declaró la intención de gobernar en una coalición con los monárquicos” parece realmente perversa!

El Leninismo y la Inmigracion y Emigracion

Las denuncias histéricas de Workers Power acerca de nuestra posición marxista sobre la inmigración y emigración como “potencialmente reaccionaria” y basada en la “fantasía racista” revela particularmente el sustrato de la moralidad pequeña-burguesa que subyace en muchas de las posiciones de la MRCI. En interés de la claridad política, sin embargo, jamás intentaremos desvirtuar los elementos claves de sus argumentos.

En primer lugar, la afirmación de que es “una fantasía racista” aseverar que puede haber casos donde el “flujo de masas del pueblo de un país (sin especificar) a otro (sin especificar)” puede arriesgar el derecho de autodeterminación de la población que los recibe es una verdadera calumnia. Cualquiera que se tome el trabajo de leer lo que realmente escribimos puede ver que “especificamos” tres ejemplos de situaciones históricas donde tales migraciones se han dado de hecho: la inmigración sionista a Palestina en la década del ´30 y los ´40, los colonos franceses inmigrando a Nueva Caledonia en las últimas décadas y la inmigración Han a Tíbet en la China maoísta. Imaginar que dichos escenarios en el futuro puedan repetirse no es ni fantástica ni racista. Es obvio que ese intento de etiquetarla como tal surge de su incapacidad política para comprender nuestra posición.

En segundo lugar, ustedes alegan que rechazamos “el derecho democrático del libre movimiento de trabajadores a través de todos los países”. De nuevo, si el camarada que cometió dicha estupidez se hubiera tomado la molestia de leer el documento contra el que polemiza habría observado que afirma muy claramente nuestra posición de apoyo de  ”los derechos básicos democráticos de cualquier individuo de emigrar a cualquier país en el mundo”. Nosotros sostenemos el derecho democrático de emigración individual, mientras reconocemos que no es ni categórico ni absoluto. En algunos casos este puede atacar otros derechos democráticos, como los ejemplos citados más arriba, o puede ser conflictivos con un principio más elevado, tal como la defensa de los Estados obreros deformados y degenerados.

Finalmente, sugieren que planteamos “que la inmediata respuesta para combatir un aspecto particular de la política imperialista -controles racistas de inmigración– es la revolución”. Otra vez debemos referirnos a lo que escribimos realmente:

“En los EEUU defendemos a los obreros Mejicanos aprehendidos por la MIGRA. Nos oponemos a todas las cuotas de emigración, y a todas las deportaciones de obreros inmigrantes. En los sindicatos luchamos por el inmediato e incondicional otorgamiento de ciudadanía a todos los obreros nacidos en el extranjero.”

Los marxistas inequívocamente se oponen a todas las restricciones racistas y discriminatorias, y sostienen el derecho de la emigración individual, pero ello no implica apoyar la demanda utópica/liberal de  ”fronteras abiertas”. La respuesta marxista a las desigualdades grotescas creadas por el imperialismo no es a través de la migración en masa, sino la creación de un orden mundial racional y socialista a través de la revolución proletaria. Mas bien que combatir las ilusiones liberales que subyace en el slogan de “fronteras abiertas” y luchar para ganar a aquellos que levantan dicha consigna a una perspectiva marxista, Workers Power “va con la corriente” y capitulan a su confusión.

Jomeini y el Frente Unico “Anti-Imperialista”

Una metodología similar se evidencia en su apoyo al movimiento de Jomeini en Irán en 1979. Ustedes escribían:

”Su posición sobre Irán y su rechazo a apoyar al movimiento anti-shah liderado por los mulahs es el fruto de su abandono del Leninismo. Uds. se mantuvieron neutrales (y en la guerra de Malvinas) en un conflicto entre el movimiento nacional de una nación oprimida y sus opresores…Los Leninistas apoyan las luchas contra el imperialismo a pesar del rol reaccionario de la burguesía anti-imperialista”.

Ustedes nos aseguran que no tienen ilusiones en Jomeini, pero al apoyar su movimiento estaban implementando un Frente Único Antiimperialista”. Pero el movimiento de Jomeini no fue en ningún sentido un movimiento nacional contra el imperialismo, fue un movimiento que buscó proteger y restaurar los privilegios y la autoridad de los gobernantes tradicionales de Irán contra el régimen antipopular del “modernizante” Shah. No hay necesariamente ni fundamentalmente ningún conflicto entre la teocracia y el imperialismo mundial.

Las raíces de su error sobre Irán no estaban localizada a nivel de un error de mala interpretación del carácter de clase del fundamentalismo islámico. Lo que ustedes exhiben es el clásico impulso centrista de seguidismo a los “movimientos de masas”. La tarea correcta y necesaria de los revolucionarios, que según sabemos fue llevada a cabo solamente por la Tendencia Espartaquista (de la cual fuimos en ese entonces parte) era advertir a los obreros iraníes de las consecuencias inevitablemente reaccionarias de Jomeini en el poder, y procurar llevarlos a una oposición tanto hacia los mulahs como al Shah. El eje fundamental de esta orientación estaba sintetizado en la consigna “¡Abajo el Shah, Abajo los mulahs, Obreros al Poder en Irán!”.

Permítanos demostrarles como ustedes apoyaban de hecho las ilusiones de las masas en enero de 1979:

“La ideología Islámica es como la cara de Jano. Puede justificar antimperialismo, la  resistencia a los poderes extranjeros que buscan explotar o desmembrar los Estados de Medio Oriente. Pero pueden también justificar la reacción, la supresión de la clase obrera y el campesinado pobre. La conexión interna es que, como todas las religiones, defiende la propiedad privada. Mientras las clases poseedoras de las naciones imperializadas sientan que la mayor amenaza a su propiedad es el vínculo con el imperialismo, podrán jugar un papel vigoroso en la lucha contra éstos. La ideología islámica tendría una coloración y orientación progresiva y populista. Cuando la clase obrera y los pequeños campesinos se transforman en una amenaza seria no solo para el imperialismo sino también para la gran burguesía nativa, estos últimos pueden transformarse en parte de una dictadura militar bonapartista” (21)

Es una noche centrista, en donde todos los gatos son pardos. Podríamos parafrasear su fórmula como sigue: la ideología islámica (preservación de los privilegios de la jerarquía clerical y de las clases poseedoras, esclavitud social de las mujeres, exterminio de los homosexuales y erradicación de la izquierda, etc.) puede tener una orientación progresiva y anti imperialista hasta que el estrato plebeyo movilizado tras de eso comience a amenazar la jerarquía social – con lo cual asume un carácter reaccionario- El Irán de Jomeini ha probado que la ideología islámica es un vehículo para la subordinación social de los obreros y el campesinado pobre a los ”grandes propietarios nativos”. Su política de “apoyo al movimiento anti-shah liderado por los mulahs” es completamente anti trotskista. La lección diseñada por Trotsky de la postración del Partido Comunista Chino y su postración ante el Kuomintang es aplicable en toda su fuerza a su postura con respecto del movimiento teocrático de los mulahs:

“El recorrido falso del Comintern estuvo basado en la afirmación de que el yugo del imperialismo internacional está  obligando a todas las clases” progresivas” a ir unidas. En otras palabras, de acuerdo con la teoría del Comintern estalinista, el yugo imperialista podría de alguna forma modificar las leyes de la lucha de clases” (22)

Jomeini no mantuvo ningún secreto respecto a sus intenciones. Ya en 1941 estaba proclamando el establecimiento de un “gobierno Islámico” en Irán:

”Si tuviera que implantarse un solo artículo de la Constitución, éste tendría que especificar que todas las leyes contrarias a la sharia son inválidas, y todo el mundo en el país se uniría en armonía….

“Sabemos que todo esto es inaceptable para aquellos que crecieron en la traición, la música y el baile, y otros miles de variedades de corrupción. Por supuesto, contemplan la civilización y el avance de un país como algo dependiente de que las mujeres vayan desnudas por las calles, o de citar sus propias palabras idiotas, convirtiendo a la mitad femenina de la población en trabajadores, quitándoles sus velos… No estarán de acuerdo en que el país sea administrado racionalmente y en concordancia con las leyes de Dios” (23)

En 1963 Jomeini seguía haciendo campañas contra el régimen del Shah; pero imaginamos que será dificultoso, incluso para ustedes, encontrar un “matiz progresista” en comentarios como los siguientes:

“He puntualizado repetidamente que este gobierno tiene intenciones diabólicas y se opone a las ordenanzas del Islam. Una por una, las pruebas de su odio son cada vez más claras. El ministro de Justicia ha manifestado claramente su oposición a las ordenanzas del Islam a través de varias medidas como la abolición de los requerimientos que los Jueces sean hombres y musulmanes; es así que judíos, cristianos, y enemigos del Islam y de los musulmanes decidirán los asuntos concernientes al honor y a las personas de los musulmanes” (24)

La victoria del movimiento islámico de Jomeini significó la masacre de cientos de miles de personas y la sustitución para las masas iraníes de una forma de esclavitud capitalista por otra. Sin embargo, Workers Power insiste en que lo que en realidad sucedía era “un verdadero conflicto entre el movimiento nacional de una nación oprimida y sus opresores”.

La capitulación ante la “Revolución Islámica” fue encabezada con una política de apoyo militar al régimen de Jomeini cuando estalló la guerra de Irán-Irak. Este vergonzoso registro no se borra por el hecho de que Workers Power haya retirado su apoyo a la guerra santa de Jomeini (junto a la mayoría de las corrientes ostensiblemente trotskistas que habían promocionado la “dinámica revolucionaria” de los mulhas en los días de las movilizaciones de masas).

La Guerra de las Malvinas/Falklands

Su apoyo al supuesto antiimperialismo de Jomeini encuentra analogía en el respaldo a la aventura de Galtieri en el Atlántico Sur, en 1982. La apuesta de Galtieri en Malvinas fue una intención deliberada de desviar las poderosas movilizaciones de la clase obrera con una orgía de social-patriotismo. Fue lanzada tres días antes de una amenazada huelga general. Apoyar la Argentina en este sucio conflicto no expresa “antimperialismo”, sino confianza política en un régimen bonapartista extremadamente represivo. Para los obreros argentinos, como también para los británicos, el enemigo principal estaba en casa.

Ustedes defienden el defensismo argentino en el conflicto Malvinas/Falkland proclamando que

”Mediante esta política seguimos exactamente la metodología elaborada por Trotsky con relación a Etiopía, pero también, mas pertinentemente, la que él empleó con relación a Brasil cuando el peligro de guerra entre dicho país y Gran Bretaña era evidente. Argumentó que a pesar del régimen reaccionario una victoria de aquel contra el imperialismo británico sería el resultado por el que cada comunista debería trabajar y desear. Camaradas, ¿cómo pueden cuadrar su abstencionismo miserable con alguna de las enseñanzas de Trotsky? Cítenos sus referencias”.

Cualquiera que observe lo que Trotsky escribió podrá ver la cuestión clave en ambas: la guerra italiana en  Etiopía y el proyectado conflicto entre Brasil y Gran Bretaña era el de la defensa de la independencia de países subdesarrollados contra la conquista imperialista. Por ejemplo, en una corta nota titulada “El conflicto Italo-Etiope”, publicada el 17 de julio de 1935, Trotsky expresaba: “Cuando se trata de guerra, para nosotros no es la cuestión quien es mejor, el Negus o Mussolini; más bien, es la cuestión de la relación de clases y la lucha por la independencia de una nación subdesarrollada contra el imperialismo” (énfasis añadido). En ”La Cuarta Internacional y la Unión Soviética”, del 8 de julio de 1936, escribía: ” Si, por ejemplo, ellos ( ej. Los cuarta internacionalistas) apoyaran a Etiopía, a pesar de la esclavitud que continúa prevaleciendo allí y del bárbaro régimen político, es, en primer lugar , porque una nación independiente representa un estadio progresivo para un país precapitalista…”(25)

Años más tarde, discutiendo la perspectiva de una guerra entre Gran Bretaña y Brasil, Trotsky utilizó un criterio similar:

”Yo estaré del lado del ‘Brasil fascista’ contra la `democrática Gran Bretaña’. ¿Por qué? Porque en un conflicto entre ellos la cuestión no será democracia o fascismo. Si Inglaterra sale victoriosa, pondrá otro fascista en Río de Janeiro y colocará dobles cadenas al Brasil” (26)

Si la soberanía argentina hubiere estado en peligro en el conflicto Falklands/ Malvinas, entonces tendríamos en efecto una postura de defensismo argentino. Pero esta no fue la cuestión en el conflicto del Atlántico Sur. Nadie pensó ni por un solo instante que la victoria británica resultaría en la instalación de un régimen títere pro-Thatcher en Buenos Aires.

En 1916 Lenin hizo una pertinente distinción entre las legítimas luchas populares contra la opresión nacional y los variados y “sórdidas pendencias nacionalistas” introducidas por las burguesías de las naciones oprimidas. En dichos casos, “el criticismo de los marxistas revolucionarios debe ir directamente no contra el movimiento nacional, sino contra su degradación, vulgarización, y contra la tendencia de reducir todo a una pequeña trifulca”. Y continúa:

”No debemos apoyar la farsa republicana en, por ejemplo, el principado de Mónaco, o el aventurerismo republicano de generales de pequeños Estados sudamericanos o de alguna isla del Pacífico. Pero ello no significa que esté permitido abandonar la consigna republicana para los movimientos democráticos y socialistas serios. Lo que debemos hacer, y lo haremos, es ridiculizar las sórdidas disputas nacionales y de regateos en Rusia y Austria. Pero esto  no significa que nos esté permitido negar apoyo a los levantamientos nacionales o a las luchas populares serias contra la opresión nacional.” (27)

Ustedes intentan moverse alrededor de la cuestión crítica de la soberanía de Argentina con la aseveración de que: “Su soberanía sobre las islas –robadas por los británicos- estaba muy amenazada”. Los marxistas no son revanchistas. Nosotros no reconocemos el “derecho” de Argentina de gobernar a unos pocos miles de pastores, anglo hablantes, sobre la base de que la Argentina tuvo por un breve lapso la posesión de las Malvinas, una docena de años en el 1820 y 1830. El hecho es que durante siglo y medio no ha habido presencia argentina en esas islas. La población de las Falklands no tiene conexión histórica con la Argentina, y no evidencian un  particular deseo de hacerse argentinos.

Los obreros argentinos no tienen interés en la guerra de la Junta militar, su principal enemigo, y el agente de su opresión por el imperialismo está en su propia casa. Por tanto, los revolucionarios llaman a los obreros argentinos a dar vuelta a sus fusiles. Por supuesto, nosotros hacemos el mismo llamamiento a los obreros británicos. Es completamente ilógico aseverar, como lo hacen ustedes, que “El necesario derrotismo de Gran Bretaña es apoyo a la Argentina”. No hubo un lado justo en esta contienda sobre esos desolados trozos de tierra del Atlántico Sur y en consecuencia no hay razón para llamar a los obreros argentinos a derramar su sangre en la aventura militar de Galtieri.

Israel y los Regimenes Arabes

En su carta ustedes asaltan la postura histórica de los Espartaquistas en el Medio Oriente colocando a Israel, “El gendarme indiscutible del imperialismo en la región, que se mantiene a flote por los millones de dólares” en “paridad con las semicolonias árabes”. Israel, hallándose considerablemente más avanzado que sus vecinos árabes, es una economía capitalista débil. Es dependiente de las manos llenas de dinero de los EEUU y del mundo sionista para mantener artificialmente un alto estándar de vida. Esther Howard en un artículo de 1983 en MERIPS Reports catalogó algunas características de su economía:

“Un constante declinar en la paridad cambiaria de la libra israelí (hoy el shekel israelí) contra el dólar, una constante subida del costo de vida, una gran presión tributaria, una balanza negativa del comercio, un alto índice de la deuda externa, déficits recurrentes en el presupuesto estatal; y, en años recientes un índice inflacionario con una media superior al 100%. Todos estos síntomas tienen sus raíces en la debilidad del sector industrial israelí” (28)

Israel es el mayor receptor a nivel mundial de “ayuda” militar del imperialismo de los EEUU ($1.8 miles de millones este año), y ha aspirado por extensión a jugar el rol del “gendarme” en la región. Pero Egipto. que aspira a jugar el mismo rol, es el segundo más grande receptor. Tiene pendiente de recibir $1.3 miles de millones en  ayuda militar de los EEUU este año. (29)

En 1981 los EEUU equiparon a los sauditas con aviones de alta tecnología como los AWACS, a pesar de los aullidos de protesta de Israel. ¿Fue quizá una recompensa por el antiimperialismo del gobierno saudita? Las semicolonias del Medio Oriente únicamente pueden avanzar económica y socialmente mediante la lucha social que destruya los regímenes de los sheiks y sultanes, los coroneles del Baath y los autócratas religiosos. Las contradicciones episódicas que dichos regímenes pueden tener con el imperialismo están subordinadas a su relación esencial de socios en la explotación de sus pueblos.

El reconocimiento de esta relación es el núcleo central de la teoría trotskista de la Revolución Permanente. El Kuomintang chino de los ´20 fue mucho más “antiimperialista” que los regímenes árabes de hoy en día, incluso Trotsky reconoció que las contradicciones entre éstos y el imperialismo era mucho menos profundas que las contradicciones entre la burguesía china y las masas plebeyas:

“Sería una gran ingenuidad creer que existe un abismo entre la llamada burguesía compradora, que es la agencia política y económica del capital externo en China, y la llamada burguesía nacional. No, estas dos secciones se encuentran incomparablemente más cercanas una de la otra que la burguesía y las masas de obreros y campesinos…

“La lucha revolucionaria contra el imperialismo no debilita, sino que más bien refuerza las diferenciaciones políticas entre las clases. El imperialismo es una altamente poderosa fuerza en las relaciones internas de China. La principal fuente de esta fuerza no son los buques de guerras en las aguas del Yangtze Kiang; son solo medios auxiliares, sino el vínculo económico y político entre el capital externo y la burguesía nativa.” (30)

Israel hoy es una sociedad capitalista racista, chovinista, clasista y crecientemente teocrática con todas las contradicciones sociales inherentes. El sionismo no defiende el interés histórico de los obreros hebreo-parlantes de Israel; el Estado sionista amenaza en convertirse en una trampa mortal para los judíos, como Trotsky predijo. Nuestra estrategia es que explote el Estado Sionista desde dentro a través de la construcción de un partido obrero binacional palestino-israelí, basado en el programa de la Revolución Permanente, encabezando la emancipación social y nacional de los palestinos a través de la lucha de clases contra el Estado sionista y hachemita.

Las Guerras Arabe-Israelies

Ustedes nos atacan por lo que caracterizan como una “desgraciada neutralidad ante las guerras entre los regímenes árabes y el Estado sionista, neutralidad que no es… otra cosa que una capitulación al sionismo”. En primer lugar, como aclaramos en “Por el Trotskismo” nosotros tuvimos una posición defensista de Egipto en la guerra de 1956. El imperialismo francés y británico controlaban unos de los puntos más importantes de la económica egipcia, y era un obstáculo real para cualquier perspectiva de desarrollo nacional y un daño flagrante a la soberanía egipcia. Defendimos la nacionalización por Nasser de Suez como un acto anti imperialista, y dimos apoyo militar a Egipto en su conflicto con Gran Bretaña, Francia e Israel.

Las guerras de 1948, 1967 y 1973 tuvieron un carácter diferente. Permítanos recordarles que la nacionalidad oprimida en Israel son los palestinos. ¿Qué rol jugaron ellos en cualquiera de dichos conflictos? En 1948, al tiempo que nacía el Estado Sionista –al cual nos oponemos- está hoy ya bien demostrado que hubo una colusión activa entre los gobernantes hachemitas de Jordania y los sionistas, en relación con el desmembramiento de Palestina. En un reciente relato, Amnon Kapeliouk informa: “Según los archivos (en los Archivos del Estado de Israel), había una especie de entendimiento entre los líderes judíos en Palestina y el Rey Abdalah de Jordania concerniente a la división del país entre ellos, a pesar de no haber un límite fronterizo preciso y definitivo que hubieran acordado.” (31)

El tema en 1948 era como repartirse la tierra del pueblo palestino. Anteriormente a la guerra, solamente el 5% de Palestina era propiedad de los colonos judíos, pero cuando el armisticio fue finalmente firmado, Israel poseía alrededor del 80% del país (32). La mayoría del resto se fue a Jordania y una pequeña parte a Egipto. ¡Apoyar a los ejércitos de cualquiera de los lados en la guerra de 1948 era apoyar la destrucción de Palestina! Si hubiera habido unas fuerzas armadas independientes de Palestina, nosotros por supuesto hubiéramos dado apoyo militar. Correctamente, la Cuarta Internacional tomó la posición de derrotismo revolucionario en ambos lados en este conflicto. Tras destacar el carácter reaccionario de la campaña sionista por el Estado judío, el 31 de mayo de 1948 un artículo en el periódico Militant del PST editorializaba contra la Liga Árabe:

”Con su guerra anti- judía, están tratando de desviar la lucha contra el imperialismo y utilizando las aspiraciones de las masas árabes por la independencia nacional, suavizando la oposición social a su dominio tiránico. Esto es porqué esta guerra contra el Estado judío carece de las características progresistas de guerra nacional contra el imperialismo y no merecen el apoyo de la clase obrera consciente.” (33)

La Cuarta Internacional tomó la posición correcta en la guerra de 1948. En 1967 el ejercito jordano, que 20 años atrás, como la Legión Árabe, fue dirigido por los británicos (el entonces poder imperialista dominante en la región), dependía totalmente del imperialismo de EEUU. En la guerra de 1967, Jordania y Egipto estaban peleando por una repartición de las tierras robadas a los palestinos en la guerra de 1948. ¿Dónde estaba el antiimperialismo? La posición correcta en esta lucha sobre quien iba a oprimir a los palestinos era, en 1948, el derrotismo revolucionario de ambos lados. El Secretariado Unificado Pablista justificó su apoyo a los regímenes árabes en este conflicto caracterizando a los regímenes antiobreros y bonapartistas de Siria y Egipto como encarnaciones de una supuesta “Revolución Árabe”. Nosotros rechazamos tales nociones revisionistas.

En 1970 Egipto aceptó la propuesta de los EEUU conocida como “Plan Rogers”, según el cual Israel se retiraría de los territorios ocupados a cambio de la supresión de la resistencia palestina. Esto dio a Hussein luz verde para masacrar alrededor de 20.000 palestinos en septiembre de 1970. En un sentido importante, la guerra de 1973 fue una guerra por el favor del imperialismo de los EEUU. En el periodo precedente Egipto había desalojado a los soviéticos y entró en una extensiva “des-Nasserización” como parte de un intento de atraer la inversión imperialista. Sadat apostó por una victoria militar que no solo significaría reconquistar los territorios perdidos en 1967, sino también, demostrar la importancia estratégica de Egipto y presionar a los EEUU a estabilizar la región. La guerra fue también vista por la elite gobernante egipcia como el medio de cooptación del sector social plebeyo, igual que la aventura de Galtieri en Malvinas en 1982 fue dictada por el aumento de la lucha de clases en la Argentina.

”La nueva política de confrontación fue también desarrollada con la esperanza de cooptar el sentimiento nacionalista de las masas y de lucha de clases, que podría volverse contra el gobierno en cualquier momento…. Las universidades tenían prevista la apertura a mediados de octubre, y había razones para creer que los inquietos estudiantes podrían otra vez inflamar a las masas urbanas ya cansadas de las restricciones y de la rampante inflación, características del estadio del desarrollo de Egipto. Y así Egipto entró en guerra” (34)

La Cuestcion Nacional y la Revolucion Permanente

En su crítica otorgan ustedes más espacio a atacar nuestras posiciones acerca de la cuestión nacional que a cualquier otro tema. Comienzan con la presunción de que reconocer “que marxismo y nacionalismo son puntos de vista contrapuestos” implica, como corolario táctico, “una abstención virtual de compromiso con  las luchas nacionales progresistas”. Cualquiera que lea nuestros documentos puede ver que claramente manifestamos que “los leninistas no son neutrales en los conflictos entre los oprimidos y el aparato estatal opresor. En Irlanda del Norte exigimos la inmediata e incondicional retirada de las tropas británicas…”. Afirmamos categóricamente que apoyamos todo golpe asestado por el pueblo oprimido  en Irlanda del Norte, con el IRA), contra el aparato estatal opresor.

Workers Power parte de “el conflicto entre la lucha nacional revolucionaria de los oprimidos y el imperialismo y sus agentes “. Los movimientos nacionalistas de los oprimidos, que entran en lucha contra los opresores, garantizan el apoyo militar que deben otorgar los revolucionarios. Pero los trotskistas no adscriben automáticamente a los movimientos de la pequeña burguesía nacionalista la etiqueta de inherentemente “revolucionarios”, a pesar del heroísmo de sus militantes y su voluntad de luchar contra la opresión. Los revolucionarios enfocan todas las cuestiones de opresión especial, ya sea nacional, racial o sexual, desde el punto de vista de clase.

Nos dicen que “los leninistas apoyan las luchas contra el imperialismo a pesar del rol reaccionario de la `burguesía anti-imperialista´. Es verdad, pero a diferencia de los centristas, los leninistas no aceptan acríticamente la retórica anti-imperialista de todo déspota del “Tercer Mundo” como moneda legal. La falta de habilidad de Workers Power en hacer esta distinción elemental les llevó a  apoyar las movilizaciones fundamentalmente anti obreras de Jomeini y Galtieri.

Hoy no puede darse una “lucha nacional revolucionaria” separada y aparte de la lucha de clases en la sociedad en la cual tiene lugar. Solamente el proletariado, liderada por la vanguardia marxista consciente, poniéndose a la cabeza del campesinado y de otros sectores, puede dar una expresión consistente al contenido progresista de los movimientos de liberación. La burguesía nacional de los países semicoloniales actúa primariamente como agencia del imperialismo dentro de sus propias naciones.  Este es el significado de lo que remarcaba Trotsky, citado más arriba, de que la “principal” fuerza del imperialismo en el mundo colonial y semicolonial no son los buques de guerra y los soldados, sino más bien “el vínculo político y económico entre el capital extranjero y la burguesía nativa”. Esto fue claramente expresado en La Revolución Permanente:

”Con respecto a los países con un desarrollo burgués atrasado, especialmente aquellos países coloniales y semicoloniales, la teoría de la revolución permanente significa que la solución completa y genuina de las tareas en la obtención de democracia y de la emancipación nacional en concebible solamente a través de la dictadura del proletariado como líder de la nación subyugada… Sin una alianza del proletariado con el campesinado las tareas de la revolución democrática no pueden resolverse, ni siquiera planteadas seriamente. Pero la alianza de estas dos clases solo puede ser efectiva a través de la lucha irreconciliable contra la influencia de la burguesía nacional-liberal” (35)

Bajo la pretensión de “solidaridad”, Workers Power sistemáticamente capitula al nacionalismo de los oprimidos. Desde la política desastrosa de Stalin de postración ante la burguesía “antiimperialista” china a mediados de los ´20, el eje de los trotskistas en la cuestión nacional ha sido el planteamiento de la cuestión de clases en dichas luchas. La resolución de 1940 de la Cuarta Internacional, “El Mundo Colonial y la Segunda Guerra Imperialista”, dejó esto meridianamente claro:

”Las luchas nacionales abortadas en los países coloniales y semicoloniales desde 1919 a 1931 fueron liderada, como en la India y China, por la burguesía nacional. Confirmaron otra vez, de forma negativa, que las revoluciones nacionales y democráticas en las colonias solo pueden satisfactoriamente llevarse a cabo por el proletariado en colaboración con los obreros de los países avanzados” (36)

En contra de las posiciones históricas de la Cuarta Internacional bajo Trotsky, ustedes citan la “Tesis sobre la cuestión oriental” del Cuarto Congreso del Comintern en 1922. Aquí nos dicen que “las tareas de los comunistas en los países opresores están claramente explicadas. Pueden resumirse en una sola palabra: solidaridad. Este documento fue escrito previamente a la experiencia histórica del Kuomintang en China, que clarifica de una vez por todas las relaciones con la burguesía “progresista” en la revolución colonial. Incluso así, mientras llamaban a los comunistas en las colonias a participar activamente en la lucha contra la tiranía imperialista, las tesis claramente manifestaban: ” Las tareas objetivas de la revolución colonial va más allá de los límites de la democracia burguesa “, e insistían que ”Solamente cuando la importancia (del movimiento obrero) como un factor independiente sea reconocida y su completa autonomía política asegurada pueden los acuerdos temporales con la democracia burguesa ser considerado permisibles o necesarios”. (37) Esta es una anticipación de las posiciones que subsecuentemente adoptara la Cuarta Internacional.

La “Autodeterminacion” y los Pueblos Mezclados

La mayoría de las cuestiones nacionales planteadas en tiempos de Lenin han sido resueltas, y las colonias de las potencias imperialistas generalmente han obtenido una independencia política nominal, sin, por supuesto, haberse emancipado del mercado mundial imperialista, Muchas de las cuestiones nacionales que se mantienen son particularmente complejas porque suponen situaciones en donde dos o más pueblos están vinculados a través de un solo territorio ( ej. Irlanda del Norte, Chipre, Líbano, Palestina/Israel) . A diferencia de los casos clásicos de naciones oprimidas sobre las que hablaba Lenin, abogar simplemente por el derecho de autodeterminación en aquellas situaciones no resuelve el problema, porque dos (o más) poblaciones hostiles no pueden ejercer ambas la autodeterminación en el mismo pedazo de tierra. Bajo el capitalismo el legítimo ejercicio del derecho de autodeterminación por la población puede solamente ser llevada a cabo a expensas de la otra. Tal “solución” puede resultar en el mantenimiento o en la inversión de las relaciones existentes de opresión: para los nacionalistas esto no es un problema, al estar preocupados solamente por el derecho nacional de sus propios pueblos. Workers Power adopta un criterio similar, al afirmar que el derecho de autodeterminación se aplica solamente a los “buenos” pueblos (es decir, los actualmente oprimidos).

Los leninistas nos oponemos a las transferencias forzosas de poblaciones y rechazamos la inversión de los términos de la opresión como solución equitativa frente a los problemas aparentemente insolubles de los pueblos entremezclados. Hay una cierta atadura romántica con la OLP y el IRA dentro del ámbito radical. Pero el empeño de otros pueblos en situaciones comparables recibe mucha menos atención Estaríamos interesados, por ejemplo, en saber exactamente que propone Workers Power para resolver el conflicto laberíntico nacional-comunalista en Líbano. ¿De qué lado están?,¿y en Chipre? En ese caso la relación de opresión comunalista sería invertida, revelando la lógica antimarxista de abrazar simplemente el nacionalismo de los oprimidos en situaciones de pueblos entremezclados. Hasta 1974 los turcos eran los oprimidos. Sin embargo, la invasión del ejército turco ese mismo año resultó en la brutal expulsión de 200.000 greco-chipriotas de la porción norte de la isla, que efectivamente revirtió esta situación. Pero ésta no fue bajo ningún punto de vista la solución de los problemas de la opresión entre comunidades.

Citan a Lenin: “El nacionalismo burgués de cualquier nación oprimida tiene un contenido generalmente democrático que es dirigido contra la opresión y es su contenido lo que nosotros apoyamos incondicionalmente.” Pero en la siguiente sentencia Lenin continua : ” Al mismo tiempo debemos distinguir estrictamente esto de la tendencia hacia el exclusivismo nacional; nosotros luchamos contra la tendencia de la burguesía polaca de oprimir a los Judíos, etc., etc.,” (38) En ciertas y particulares ocasiones (y no en Cataluña,  como suponen ustedes) donde los pueblos están estrechamente mezclados, el ejercicio del derecho de autodeterminación , la compactación dentro de un territorio para conformación de una Nación-Estado, puede significar una auténtica característica genocida bajo esa “tendencia hacia el exclusivismo nacional”. Testigo de ello es el destino de los palestinos en 1948 a manos del Irgun.

Decir esto no es negar el derecho abstracto de autodeterminación en tales casos; simplemente indicar que hay ejemplos en los cuales el ejercicio de dicho derecho puede no ser del interés histórico del proletariado. Esto coincide exactamente con el modo en que Lenin enfocaba la cuestión:

”Las variadas demandas democráticas, incluyendo la autodeterminación, no son un absoluto, sino solamente una pequeña parte del movimiento mundial por la democracia (ahora, por el socialismo). En casos individuales y concretos, la parte puede contradecir al todo, si así fuera, debe ser rechazada”. (39)

El Nacionalismo Catalan y la Mezcla de Pueblos

Pareciera que ustedes no comprenden o no quieren comprender lo que queremos decir con la frase de pueblos “mezclados” o pueblos “interpenetrados”. Esto es evidente cuando afirman que Cataluña fue “un caso de pueblos entremezclados [donde] Trotsky fue capaz de identificar el carácter progresivo y reaccionario del nacionalismo de un particular pueblo entremezclado…”. Pero los catalanes y los españoles no son pueblos interpenetrados. En Belfast o Beirut las comunidades hostiles viven literalmente a tiro de piedra unos de otros. Pero esta no es la situación de Cataluña (o Quebec). En estos casos la nacionalidad oprimida nacionalmente es compactada en una separada y distintiva zona geográfica, y forzosamente incorporada dentro de un Estado imperialista dominada por una nación opresora. Consecuentemente, el reconocimiento del derecho de “autodeterminación” representa una solución genuina a los problemas de opresión nacional.

Incluso en tales casos el nacionalismo de los oprimidos no necesariamente contiene aspectos “revolucionarios”. Efectivamente, el rol progresista histórico jugado por los movimientos nacionalistas en ciertas circunstancias no deriva de su ideología nacionalista, sino que se da a pesar de ello. La autorizada cita que ustedes citan de Trotsky de mayo de 1931: “En el presente estadio de desarrollo, dada la combinación de fuerzas de clase, el nacionalismo catalán es un factor progresista revolucionario; el nacionalismo español es un factor reaccionario e imperialista”. En medio del periodo turbulento de la lucha de clases en España, Trotsky argumentaba que el nacionalismo catalán tenía un aspecto revolucionario siempre y cuando fuera dirigido contra el poderío “chovinista español, la burguesía imperialista y el burocratismo centralista”. En el mismo artículo explica que solamente encabezando el derecho de autodeterminación para Cataluña y “denunciando sin piedad la violencia de la burguesía de la nación opresora” podría ser posible para los revolucionarios ganar “la confianza del proletariado de la nacionalidad oprimida” en orden a unificar al proletariado español por encima de las fronteras en la lucha por la revolución obrera”. (40)

Trotsky volvía sobre la cuestión del nacionalismo catalán dos meses más tarde:

”He escrito que la pequeña burguesía nacionalista catalana en el presente estadio es progresista – pero solo bajo una condición: que desarrolle su actividad fuera de las filas del comunismo y siempre bajo la estrecha mirada crítica de los comunistas. Permitir al nacionalismo pequeño-burgués disfrazarse bajo las insignias del comunismo significa, al mismo tiempo, llevar una actividad traicionera a la vanguardia proletaria y destruir el significado progresista del nacionalismo pequeño-burgués” (41)

Los leninistas reconocen que las luchas llevadas a cabo por los movimientos nacionalistas pequeño-burgueses pueden sostener un carácter antiimperialista. Pero esto no niega el hecho de que su dirección tenga capacidad de traicionar a sus seguidores en la búsqueda de acomodamiento con el imperialismo, y/o infligir opresión nacional a otros pueblos. En la época del imperialismo, cuando la liberación de la humanidad demanda el establecimiento de una economía socialista internacional, ninguna ideología nacionalista puede jugar un rol histórico consistente. Consecuentemente, contra todos los nacionalistas, los leninistas dan la bienvenida y procuran promover la asimilación voluntaria de los pueblos.

El trotskismo y la Cuestión Nacional en Irlanda

Ustedes aducen que nuestra posición en Irlanda está dictada por la frustración de ser “incapaces de descifrar el laberinto nacional”, planteado por pueblos entremezclados, y caracterizan nuestra posición como una “plaga en todos sus enfoques”. Esto es una falsificación grotesca. Somos intransigentemente opuestos a la discriminación sistemática e institucionalizada contra los católicos en la educación, la vivienda y los empleos, así como también contra la opresión brutal por las fuerzas de la “ley y orden” de la casta de Orange y sus creadores imperialistas contra la población republicana.

Nuestro documento sin ambigüedades afirma que nosotros “defendemos los ataques hechos por el Ejército Republicano Irlandés (IRA) contra todo blanco imperialista, como el gobierno de Ulster, las fuerzas militares británicas, o un hotel lleno de miembros conservadores en Brighton”. Nosotros nos diferenciamos de Workers Power en que distinguimos entre un ataque contra las fuerzas británicas de ocupación por un lado, y los ataques terroristas contra los civiles protestantes irlandeses (o ingleses) por otro lado. Y es por eso por lo que caracterizamos a esto último como actos anti obreros.

El método de Workers Power de “descifrar” el laberinto nacional creado por el imperialismo en lugares como Palestina e Israel, o Irlanda del Norte, significa simplemente escoger “el lado” en los conflictos intercomunales. La tarea de los revolucionarios es ganar las direcciones de dichas luchas contra la opresión nacional de los nacionalistas pequeño-burgueses, sosteniendo demandas democráticas contra la opresión (y el privilegio) en el contexto de un programa (por ejemplo, Transicional) revolucionario.

Mientras ustedes admiten que el reverso de las actuales relaciones opresivas “es un potencial resultado de ciertas luchas nacionales”, proponen para resolver este dilema en Irlanda del Norte un llamamiento a la autodeterminación para el “pueblo irlandés como un todo”.  Pero el problema es que no hay un “pueblo irlandés como un todo”. La población de los 32 condados se halla dividida en dos pueblos hostiles entre sí. Irlanda no puede “unificarse” en este momento de la historia sin una sangrienta guerra civil entre estas dos poblaciones. A diferencia de Workers Power, nosotros pensamos que el movimiento obrero no ganaría nada con tal conflicto. Esta es la razón de porqué avanzamos en la formula algebraica de una “Republica Obrera Irlandesa en el marco de una federación socialista en las islas británicas”. Una de las llaves para separar a los obreros protestantes de la reacción orangista es eliminar los temores de la incorporación forzosa a un Estado clerical reaccionario católico.

Como ustedes puntualizan, nuestro llamamiento a  ”una Republica Obrera irlandesa en el marco de una federación socialista en las Islas Británicas” es contrapuesta con el del IRA a una “Irlanda (capitalista) unida”. Ustedes preguntan si nosotros nos opondríamos a la “creación de una Irlanda unida previa a la revolución socialista en las islas británicas”. No tendríamos objeción a dicho desarrollo si pudiera obtenerse sin una guerra entre comunidades y sin una masiva orgía sanguinaria. Pero pensar que pueda suceder así es una utopía.

Manifiestan que su llamado por una Irlanda unida “no es condicional a la creación de una federación socialista” En otras palabras, ustedes están preparados para apoyar el proyecto Provo [Provisional Irish Republican Army] para la unificación capitalista de Irlanda. Para eso no se necesita promover “el liderazgo de la clase obrera en la lucha nacional…” Gerry Adams, el principal portavoz del Sinn Fein, fue citado por el Irish Times el 10 de  diciembre de 1986, declarando que  ”el socialismo no está en la agenda”. En su libro “Politics of Irish Freedom”, Adams dijo que: “La lucha republicana no debe en este estadio de su desarrollo adoptar el estilo republicano socialista, porque ello implicaría que no hay lugar para no-socialistas.” (42)

El marxismo tiene su propia lógica, como también el nacionalismo. Pero el centrismo no tiene lógica. Por eso Trotsky lo caracterizó como “una confusión cristalizada”. Vuestra posición en Irlanda nos parece que es republicanismo de sillón con un toque “marxista”. Si hay algún sentido en su llamamiento híbrido con relación al liderazgo proletario en la lucha nacionalista por una Irlanda unida, sería plantearlo como la primera fase en la lucha por la revolución socialista.

El materialismo y la lucha contra la ideología reaccionaria

Las implicaciones etapistas de vuestra teoría son evidente cuando llaman a ganarse a los obreros protestantes de Irlanda del Norte para que apoyen “el derecho de autodeterminación para aquellos de cuya opresión nacional son cómplices.” Y continúan:

”Por otra parte, si no podemos separar a estos obreros relativamente privilegiados de su burguesía en la cuestión de la opresión nacional de un pueblo, si no podemos ganarlos para una democracia consistente, ganarlos para el socialismo será bastante más dificultoso, no menos.”

Si los obreros protestantes desean el privilegio de asistir a una clase de estudio de Workers Power sobre socialismo, aparentemente deben en primer lugar estar de acuerdo en apoyar en una “Irlanda unida [es decir, burguesa]” dominada por los católicos. Un enfoque materialista de la lucha contra la conciencia atrasada entre los obreros no comienza por una exigencia a priori  de renuncia a sus malas ideas (sea chovinismo nacional, racismo o sexismo). Los marxistas procuran intervenir en situaciones donde los comunes  intereses de clase de estos trabajadores entran en conflicto con su ideología atrasada. En Irlanda del Norte, donde el desempleo ha amargado a ambas comunidades (pero manteniéndose desproporcionadamente alto entre los católicos (43, los revolucionarios deben avanzar en un programa que combine la lucha contra las políticas tradicionales de contratación anticatólicas con demandas exigiendo el empleo total, por ejemplo una jornada laboral más corta sin pérdida salarial.

El relato de Eamonn McCann los primeros días del movimiento New Left Catholic Civil Rights en Derry en 1968, da una indicación acerca de las posibilidades de tales acercamientos:

“Durante los meses previos pudimos contactar con algunos protestantes de Fountain, una pequeña área obrera que lindaba con Bogside. Ellos también tenían problemas de vivienda, la mayoría concernientes a un esquema de reurbanización, y unos pocos de ellos se nos acercaron y nos sugirieron que dedicáramos algo de nuestra agitación a su problema. Así se hizo, animados por el hecho de que nuestras intenciones no sectarias fueron aceptadas” (44)

El condado de Armagh, limítrofe con la República de Irlanda, tiene una población mezclada, donde el 47% son católicos y el 53% protestantes. ¿Ustedes piensan que la mitad de la población de una zona rural deprimida es simplemente un agente de la perpetuación de la “opresión de otro pueblo en nombre del imperialismo”? Los obreros protestantes y los granjeros pobres del condado de Armagh no se benefician del imperialismo, son sus víctimas. La ideología reaccionaria de Orange a la cual muchos se adhieren es una forma de falsa conciencia y el deber de los revolucionarios es luchar contra ella. Los protestantes de Irlanda del Norte no son agentes del imperialismo británico, como lo es por ejemplo la capa de los administradores coloniales, ni tampoco una casta cerrada por su color que se beneficia de manera directa y cualitativa del sistema de discriminación, como sucede con los blancos en Sudáfrica.

En EEUU los trotskistas, a diferencia de los pequeños-burgueses moralistas de la New Left, no exigen que los obreros blancos abandonen su “privilegio de piel blanca” como una precondición para comprometerse en la lucha de clases militante. De hecho, esto invertiría el proceso real de ruptura de los obreros blancos de ideología racista. En los sindicatos los marxistas luchan contra el racismo presentando demandas en pro de la igualdad negra en el contexto de un objetivo programático de mejora de las condiciones de clase como un todo. Los trotskistas pueden sostener demandas en la lucha por la igualdad de los católicos, lo que deja claro que no estamos simplemente argumentando la redistribución de la miseria, sino por la mejora de los estándares de vida de la clase obrera. Al mismo tiempo, es necesario dejar en claro que nos oponemos a la unificación forzada con el régimen clerical-burgués de Dublín.

En Irlanda y Palestina ustedes nos acusan de preocuparnos con el estrato privilegiado de la clase obrera, protestantes y judíos. En ambos casos nuestra “preocupación” es la dirección proletaria de las luchas contra la opresión colonial. Las guardias de defensa de los obreros no sectarios  extraídas de ambas comunidades, católicos y protestantes, pueden acabar con el vilipendio nacionalista y unir a la clase obrera contra los jefes tanto de Orange como Verdes.

El destino de una organización comunista que fracasa en su lucha por la unidad de la clase obrera en una situación de guerra entre comunidades se demostró en Palestina. En 1928, el Consejo Supremo Musulmán organizó una manifestación en respuesta a la provocación de la extrema derecha sionista en el Muro de las Lamentaciones. La manifestación acabó en una matanza antijudía. El PC palestino vio que el Consejo Musulmán estaba utilizando este incidente para desviar la lucha nacional de un curso antiimperialista a otro anti judío. Joel Beinen describió la reacción inicial del PC:

”Bohumil Smeral, enviado especial del Komintern a Palestina, apoyó la resolución del Comité Central sobre la manifestación y agregó que era importante enfatizar la dañina y destructiva influencia de elementos clericales en el Movimiento Nacional Árabe y subrayó especialmente que no es posible un acuerdo o frente unido con los hombres del Mufti” (45)

Pero el Comintern de Stalin volvió del revés  lo que Workers Power llamaría “neutralidad desgraciada” y dirigió al PC a abrazar al movimiento árabe, independientemente de su dirección reaccionaria. Como Beinen concluye, “Desde este punto de vista, las tendencias ‘judía nacional’ vs. ‘árabe nacional’ en el PC palestino fueron un tema recurrente. El partido raramente fue capaz de estabilizarse en el curso del tiempo entre estos dos pozos por mucho tiempo que pasara.” En otras palabras, creó la  escisión entre judíos y árabes, incapaces de unificar a la clase contra el imperialismo británico o la conquista de la tierra por los sionistas.

¡Por una “Quinta Columna” Entre los Sudafricanos Blancos!

Notamos con disgusto sus intentos de amalgamar nuestras posiciones sobre los blancos sudafricanos con nuestra actitud hacia los obreros israelíes y protestantes. Explícitamente declaramos que los blancos sudafricanos no pueden igualarse con dichas poblaciones porque ellos son “una casta privilegiada y/o una aristocracia laboral dependiente de la superexplotación del trabajo indígena para mantener un estándar de vida cualitativamente más alto que las poblaciones oprimidas.” A diferencia de los obreros protestantes en Irlanda del Norte, o del proletariado hebreo parlante en Israel, los blancos sudafricanos tienen una sustancial apuesta material en la preservación del sistema racista de casta en el Estado del apartheid.

Ustedes toman la excepción de nuestras observaciones en 1917 de que la actitud hacia la población blanca es una llave estratégica en la confrontación por el poder por parte de los obreros negros de Sudáfrica.” Pero ustedes tienen poco que decir acerca de las auténticas consideraciones militares y estratégicas, que, más que cualquier otra cosa, necesitan de un programa no racista para la revolución sudafricana.

Sudáfrica no es Rhodesia. Hay alrededor de 5 millones de blancos, no solo unos cientos de miles. Como escribimos en 1917:

” En este punto será virtualmente imposible para los obreros negros derrotar militarmente a las fuerzas del Estado del apartheid sin ganar, primeramente, una fracción de colaboradores activos entre los blancos y neutralizar  políticamente a un gran sector de la población. Sin embargo, la superioridad tecnológica y militar de la minoría blanca garantiza la capacidad de infligir perdidas devastadoras entre los insurgentes negros” (46)

Un partido revolucionario inteligente dentro de la fortaleza del apartheid no puede ignorar la potencialmente enorme importancia militar que tiene la actividad de una quinta columna operando dentro de la fortaleza en la lucha por destruir el apartheid. Además, como hacemos notar en nuestro artículo, eso es una perspectiva realizable:

”Históricamente hubo un elemento de luchadores antirracistas serios entre los sudafricanos blancos, desde los camaradas del PC de Sudáfrica a Neil Aggett, un organizador blanco de un sindicato negro, que fue brutalmente asesinado por la policía de Botha en 1982…. Las manifestaciones de  estudiantes blancos sudafricanos opuestos al apartheid también sugieren que hay oportunidades para una dirección revolucionaria seria de reclutar una capa de blancos deseosos de tirar abajo al régimen junto a los obreros negros”.

En una carta del 12 de diciembre de 1986 enviada a los ex LTT, en nombre del MRCI, el camarada Hoskisonn argumenta que en el caso de que  las masas oprimidas de Sudáfrica lleguen a “una acción revolucionaria”

”las masas encontraran las armas  los insurgentes de Irán capturaron una fábrica de ametralladoras). La movilización revolucionaria de millones neutralizó a los tanques Chieftan y los cazas-bombarderos. Lo mismo puede ser verdad también en Sudáfrica. Esto no significa ignorar la cuestión militar. Las exigencias relacionadas con esto deben ser formuladas ahora. Pero es una cuestión secundaria la cual puede resolverse sin (como condición de victoria) ganarse a una parte de los blancos…”

Tal vez no se le ha ocurrido al camarada Hoskisonn que la razón por la que los tanques iraníes y los jets fueran neutralizados tiene algo que ver con el hecho de que sus ocupantes salieron de la misma población que estaba participando de las movilizaciones de masas. Cuando los artilleros de dichos tanques miraban a los manifestantes, veían a sus hermanos, sus hermanas, sus primos y compañeros de escuela. Los soldados blancos en el apartheid enfrentados a una insurgencia de la población negra no harán automáticamente la misma identificación. La negativa de Workers Power a ganarse un núcleo de colaboradores blancos como “condición de victoria” es simplemente un moralismo pequeño burgués enmascarado como “solidaridad” con los oprimidos. Peor aún, es una estupidez que puesta en práctica puede abortar la lucha obrera por el poder.

Solidaridad: El Test Acido

de Workers Power a la contrarrevolución de Solidaridad en Polonia ofrece una verdadera embarras de richesses de metodología centrista. Lidiamos con la esencia de vuestra posición sobre Polonia recientemente cuando publicamos un panfleto llamado “Solidarnosc: Test Acido para los Trotskistas”. De especial interés es la sección en la cual se demuestra que el movimiento autogestionario (al que en su carta se refieren como “una tendencia significativa hacia la planificación democrática centralizada”) se identifica completamente con el apoyo al programa de la restauración capitalista adoptada por el Congreso de Solidaridad en 1981.

Sus posiciones respecto a Solidaridad plantean que, si las masas tienen ilusiones en sus ejecutores, nosotros debemos apoyar dichas ilusiones. Esto se ve ampliamente ilustrado en sus comparaciones entre Polonia e Irán:

“Como en el caso de Irán, no hacen ninguna distinción entre los líderes de un movimiento de masas (que eran reaccionarios de diversas maneras) y la base, y al no hacer esta distinción se quedan sin ninguna táctica para derrotar a esos líderes.”

Merece usted la máxima puntuación por su descaro. Su “táctica” en Irán aumenta la postración ante el “movimiento de masas” y por ende a su dirección, es decir, la teocracia islámica. En Polonia la táctica fue similar, defendiendo a la dirección anticomunista y clerical de Walesa porque tenía una base de masas. Si los bolcheviques hubieran adoptado una distinción similar en 1917 entre el Gobierno Provisional de Kerensky y las ilusiones de las masas (una” táctica” que Stalin, entre otros abogaban en ese tiempo), se hubieran encontrado defendiendo las nuevas libertades de Rusia contra el militarismo Prusiano en la Primera Guerra Mundial.

Acerca de Polonia, el camarada Hoskisonn comienza admitiendo que la dirección de Solidaridad estaba “comprometida con políticas que objetivamente reforzarían la restauración capitalista en Polonia”. En este sentido, y nosotros estamos seguros, ellos tenían la colaboración de la Iglesia y del mismísimo régimen estalinista, Pero al dar vuelta la página, se nos dice que la restauración capitalista no era el tema; de hecho nunca fue un peligro. ” En realidad lo que estaba en juego era si los obreros polacos podrían o no tomar el camino de la revolución política antes de ser vendidos por la dirección comprometida o destruidos por el estalinismo”.

Contra un ejército de decenas de miles de curas, de líderes pro-occidentales de Solidaridad, y presumiblemente de restauracionistas estalinistas, nosotros aseguramos que “la base proletaria de Solidaridad impedía a la organización convertirse en una fuerza de masas para la restauración capitalista”. Pero los marxistas no juzgamos a los movimientos simplemente sobre la base de su composición social. Estamos interesados en la dirección, el programa, y la dirección que toma su desarrollo.

Tomen por ejemplo el llamamiento de Solidaridad por “elecciones libres” y “sindicatos libres” “voceados por los propios obreros” como ustedes imaginan. Estas demandas particulares fueron por primera vez planteadas por los social-demócratas anticomunistas del KOR. El uso de estas propagandas del “mundo libre” refleja la evolución hacia la derecha de la oposición intelectual polaca, la cual a mediados de los ´70 fue ávidamente abrazada por la cruzada de Jimmy Carter por los “derechos humanos”. ¿Quién mejor para implementarla que el operador de la CIA Irving Brown?

Consideran “risible” que sugiramos que la invitación a Brown y Kirkland fuera intencionadamente una declaración política proimperialista por parte de la dirección de Solidaridad. ¿Piensan que Walesa y todos ellos no estaban advertidos de sus actividades ampliamente documentadas en el movimiento laboral europeo? ¿Tal vez piensan que dichos nombres fueron elegidos al azar de una guía telefónica de los EEUU?

Extraer las conclusiones obvias de las conexiones entre Solidaridad y los fondos de la CIA a través de los “sindicatos libres” no es “culpar por asociación”, sino simplemente colocar la crisis de Polonia de 1981 en el contexto mundial de la renovada guerra fría. ¿Nos preguntan si relacionaríamos las demandas obreras de elecciones  y sindicatos libres con “llamamientos en pro de sindicatos no libres y elecciones no libres”? Esta es la lógica del charlatán. Estamos a favor de la libertad, solamente ponemos como precondición esto: “los sindicatos libres” y “elecciones libres” únicamente dentro del contexto de defensa de la propiedad nacionalizada de los medios de producción. Este es el eje político para quebrar los lazos entre las bases de Solidaridad y su dirección contrarrevolucionaria. La ceguera de Workers Power ante realidad de una Solidaridad bajo la dirección de Walesa deriva de su “táctica” de abrazar al movimiento de masas tal como es.

Mientras admite que el programa de Solidaridad “sugiere que el rol de la economía planificada debe disminuir y el rol del mercado debe aumentar” Workers Power está interesado en comparar los esquemas de autogestión de Solidaridad, orientados al mercado, con los del estalinismo. La apreciación del carácter contradictorio de la burocracia estalinista ha desaparecido. Mientras la casta parasitaria refleja la presión del imperialismo en el interior del Estado Obrero, sus intereses son divergentes de aquellos kulaks y otros pequeños capitalistas, ya que los privilegios de la burocracia dependen de la existencia de la propiedad nacionalizada. La burocracia está obligada episódicamente a defender las formas de propiedad proletaria contra los peligros de la restauración capitalista. Esto va de la mano con sus propios métodos burocráticos y represivos anti proletarios. El intento de Gorbachov de sobrellevar la irracionalidad burocrática con su perestroika pro mercado representa una amenaza grave a los obreros soviéticos y una concesión peligrosa al imperialismo. Al mismo tiempo, dichas reformas son un revólver en la cabeza de la burocracia misma.

A diferencia de la casta burocrática encabezada por Jaruzelski, los nacionalistas clericales y procapitalistas que lideran Solidaridad no tienen interés objetivo en defender la propiedad nacionalizada. La suya es una “reforma” económica subordinada al programa del pluralismo de la burguesía política. Esto es porque, en la confrontación entre estos dos agrupamientos, aquellos que genuinamente sostienen la defensa de la propiedad colectivizada en Polonia deben alinearse sólidamente con los estalinistas.

Para resolver la crisis histórica de la dirección proletaria, es necesario forjar partidos trotskistas revolucionarios, sobre la base de las históricas aportaciones programáticas del trotskismo. La incapacidad orgánica de Workers Power para “nadar contra la corriente” está vinculada con su inclinación  a acomodarse políticamente a las ilusiones dominantes que corrientemente se adoptan en el movimiento de masas. Una tendencia política que capitula ante el laborismo británico, ante el nacionalismo pequeño-burgués en Irlanda, ante la reacción islámica en Irán, y que defiende los “movimientos de masas” favorables a la restauración capitalista en los Estado Obreros deformados, es solo un obstáculo en la lucha política para volver a forjar la Cuarta Internacional, el partido mundial de la Revolución Socialista.

Fraternalmente
Tendencia Bolchevique

 

Notas

  • Leon Trotsky, “The Independence of the Ukraine and Sectarian Muddleheads,” Writings of Leon Trotsky (LTW) 1939-40, New York 1973, p. 54
  •  Education for Socialists, “International Secretariat Documents,” New York 1974, vol. 1, p. 8
  • “A Letter to Trotskyists Throughout the World,” Education for Socialists, International Committee Documents, New York 1974, vol. 3, pp. 133,134
  • quoted in “Pabloism Reviewed,” S.T. Peng, Trotskyism versus Revisionism, London 1974, vol. 2, p. 194
  • Theses, Resolutions and Manifestos of the First Four Congresses of the Third International, London 1980, p. 279
  •  Ibid., p. 95
  • Trotsky, First Five Years of the Communist International, vol. 2, New York 1972, p. 96
  • quoted in Roderick Martin, Communism and the British Trade Unions, Oxford 1969, p. 28
  •  Ibid., p. 37
  • Theses, Resolutions and Manifestos… p. 396
  • Trotsky, LTW 1939-40, 1973, p. 273
  • Irving Howe and Lewis Coser, The American Communist Party, New York 1962, p. 385
  • Trotsky, “The POUM and the Popular Front” in The Spanish Revolution 1931-39, New York 1973, p. 220
  • Max Shachtman, “The Spanish Elections and the `People’s Front,’” New Militant, 14 March 1936
  • Trotsky, “Centrist Alchemy or Marxism?” LTW 1934-35, New York 1971, pp. 262-3
  • Trotsky, “Down With Zamora-Maura!,” The Spanish Revolution (1931-39), New York 1973, p. 143
  • Trotsky, “The New Revolutionary Upsurge and the Tasks of the Fourth International,” LTW 1935-36, New York 1977, pp. 334,335
  • Trotsky, “Revisionism and Planning,” LTW 1933-34, New York 1972, p. 192
  •  Ibid., p. 193
  •  Ibid., p. 197
  •  Workers Power, January 1979
  • Trotsky, “The Political Situation in China…,” LTW 1929, New York 1975, p. 144
  • Khomeini, Islam and Revolution, Berkeley, pp. 171-2
  •  Ibid., p. 175
  •  LTW 1935-36, pp. 41, 359
  •  LTW 1938-39, New York 1974, p. 34
  • Lenin, “A Caricature of Marxism and Imperialist Economism,” Lenin Collected Works (LCW), Vol. 23, Moscow 1964, p. 61
  •  MERIP Reports, February 1983, p. 17
  •  New York Times, 30 January
  • Trotsky, “The Chinese Revolution and the Theses of Comrade Stalin,” Leon Trotsky on China, New York 1976, pp. 160-1
  •  Journal of Palestine Studies, Spring 1987, p. 18
  •  Ibid., p. 19
  • quoted in iSt International Discussion Bulletin, No. 7, March 1977, p. 38
  • John Galvani et al, “The Roots of the October War,” Socialist Revolution No. 17, September-October 1974, p. 71
  • Trotsky, The Permanent Revolution, New York 1969, pp. 276-77
  •  Documents of the Fourth International, New York 1973, p. 396
  •  Theses, Resolutions & Manifestos…, p. 416
  • Lenin, “The Right of Nations to Self-Determination,” LCW, vol. 20, p. 412
  • Lenin, “Discussion on Self-Determination Summed Up,” in Questions of National Policy and Proletarian Internationalism, Moscow 1970, p. 145
  • Trotsky, “The Progressive Character of Catalan Nationalism,” The Spanish Revolution (1931-39), New York 1973, p. 110
  •  Ibid., “The National Question in Catalonia,” p. 155
  • quoted in “Sinn Fein: Revolutionary or Reformist,” in Congress `86, reprinted in Workers Press (England) 5 December 1987
  • The Economist of 29 November 1986 reported: “Protestants are now experiencing worrying unemployment for the first time. In 1971, 14% of Catholics and 6% of Protestants were out of work; last year, the ratios were 25% of Catholics and 13% of Protestants.”
  • Eamonn McCann, War and an Irish Town, London 1980, pp. 38-9
  • “The Palestine Communist Party 1919-1948,” in MERIP Reports, no. 55, March 1977, p. 8
  •  1917 No. 1, Winter 1986, p. 12